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Un pueblo contra una familia

Los vecinos de Maials piden la expulsión de los padres y hermanas del presunto homicida de un niño

El País

Los viejos y suntuosos edificios de piedra, situados en la calle principal de la hasta. hace pocos días apacible población de Maials han dejado de ser el principal motivo de atracción para el visitante. Las pintadas que emborronan los muros captan con, fuerza la atención del viajero y son el exponente del grave trastorno que ha causado a la convivencia de los 1.200 habitantes de esta población agrícola y ganadera la muerte en extrañas circunstancias del niño Ramón Josep Florensa, de ocho años. Las declaraciones de la madre de Francesc Xavier Jové, de 17, exculpando a su hijo y atribuyendo el hecho a unos encapuchados han sacado de quicio a los vecinos, que, a la voz de "Prou mentides, mes justícia" ("Basta de mentiras, más justicia"), han iniciado todo tipo de maniobras para lograr que la familia -los padres y dos hermanas- del detenido abandone el pueblo. El padre se ha visto obligado a dimitir de su cargo de presidente de la Cooperativa del Campo de la localidad

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.El estado de crispación que se vive en Maials no parece tener otra causa que las "desafortunadas y reiteradas declaraciones", en opinión de varios vecinos, efectuadas por la madre del detenido. Propalando la inocencia de su hijo y acusando del hecho a un hipotético grupo de encapuchados vecinos del pueblo, la señora Jové ha soliviantado los ánimos de todos. Y, junto a la indignación, el temor se ha adueñado de nuevo de la población.

El cadáver de Ramón Josep fue hallado el 10 de febrero en un pozo con la cabeza aplastada y con indicios de haber sido violado. En los días que transcurrieron hasta la detención de Francesc Xavier, que inicialmente se autoinculpó del hecho, la posibilidad de ser sorprendidos por un sádico asesino mantenía a los habitantes de Maials en estado de alerta permanente. Los niños, por ejemplo, eran severamente controlados mientras jugaban y las relajadas costumbres en las que se basaban las relaciones entre los vecinos sufrieron un brusco cambio. Las puertas de las casas, por ejemplo, que hasta entonces estaban siempre abiertas, fueron cerradas a cal y canto: cualquiera podía ser el asesino.

Tras la detención de Francesc Xavier, iana sensación de alivio y un nuevo motivo de pesar embargó a los habitantes de Maials. "Ya tenemos una nueva desgracia en el pueblo", coincidieron en señalar casi todos al expresar su dolor por el mal trance que estaban pasando los Jové, una familia tan popular y tan estirnada como los Florensa. Inicialmente, la detención de Francesc Xavier no deterioró las relaciones de los Jové con sus vecinos. El alcalde del pueblo, Francesc Vilasetrú, socialista, asegura que nad,L habría sucedido si la madre, una mujer "muy suya" y "excesivamente locuaz", en opinión de los vecinos, no hubiera defendido la inocencia de su hijo por la vía de señalar como autores del hecho a unos encapuchados, de los que en conversaciones privadas, según se dice en el pueblo, ha Regado a dar nombre y apellidos.

El temor y, sobre todo, la indignación han hecho mella de nuevo en la población: "Si sabe quiénes son, que lo diga claramente y, si no, que se calle". La indignación subió de tono a medida que la locuacidad de la mujer se hizo más insistente. Y estalló el pasado viernes, cuando casi todo el pueblo acudió a la sede de la Unió Recreativa Maialenca para exigir al gobernador civil de Lérida, Josep Ignasi Urenda, que los Jové fueran expulsados del pueblo.

Criminal, menys llengua (Criminal, menos lengua) exigen las pintadas a la señora Jové. Estas frases, plasmadas sobre las paredes a golpe de aerosol por manos anónimas, son más tajantes en cuanto a la consideración que les merece el detenido que la que los vecinos expresan personalmente a los medios de comunicación. "No nos hemos movilizado contra la familia de un asesino, sino contra la actitud de la madre de un detenido, que, con sus declaraciones, ha creado un clima de desconfianza en el pueblo". "Entenderíamos, porque también tenemos hijos, que una madre defendiese la inocencia de su hijo, pero no consentiremos que lo haga acusando a otros", dicen.

Todos en el pueblo aseguran desconocer quién o quiénes promovieron la movilización, aunque algunos no dejan de reconocer que los más molestos, los que tienen mayores motivos de indignación, son los que "tuvieron que someterse a la revisión de su instrumental [por los genitales]". En los primeros momentos, la Guardia Civil interrogó intensamente a varios vecinos y, ante la posibilidad de que la víctima hubiera sido violada antes de morir, pidió a algunos que se sometieran a una revisión de sus genitales. "El médico los examinaba con lupa", coincidieron en señalar varios hombres.

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