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Banqueros buenos y malos en España y EE UU

La causa principal de las crisis fue la mala gestión, según estudios de Álvaro Cuervo y Robert L. Clarke

Andreu Missé

Las fabulosas ganancias obtenidas por los bancos durante los últimos años han vuelto a mitificar la figura del banquero. Apenas cerrada la cicatriz de la última crisis bancaria española, que hizo zozobrar a medio centenar de entidades, algunos hombres de negocios afortunados sueñan ahora en probar suerte en la banca. Los proyectos están tomando cuerpo tras el anuncio del Banco de España de dar luz verde a la creación de nuevas entidades. Paradójicamente, esta nueva frontera coincide con la aparición de dos rigurosos y apasionantes trabajos sobre las causas de las crisis bancarias en España y Estados Unidos. Lo más sorprendente es que, a pesar de las diferencias de los escenarios, el profesor Álvaro Cuervo y el inspector de la Oficina Interventora de la Moneda Robert L. Clarke llegan a la misma conclusión. Las causas principales de las crisis han sido las mismas en ambos países: la mala gestión, la falta de profesionalidad y las conductas fraudulentas.

El profesor Álvaro Cuervo, quien tuvo un conocimiento directo de la crisis como consejero en el Banco de Asturias, el Banco Occidental y el Banco Comercial Occidental, y como presidente de la Banca Masaveu, por designación del Banco de España, acaba de publicar un documentado libro sobre La crisis bancaria en España 1977-1985. Su propósito es explicar las causas, el tratamiento y el coste de las crisis bancarias en este período.En sus conclusiones, sin olvidar las causas externas derivadas de las dificultades reales de las empresas a raíz de la crisis del petróleo en 1973 y las de la liberalización del sistema financiero, subraya como causa más grave "la actuación de banqueros y administradores como consecuencia de conductas ineficientes y deshonestas". En su opinión "la creación de las nuevas entidades bancarias -todas salvo cuatro se vieron afectadas por la crisis- se llevó o a cabo por equipos humanos no profesionales ni experimentados, ya que se trataba de operaciones financieras especulativas más que de proyectos de creación de entidades de depósito". Otra de las anomalías detectadas es "la compra de bancos existentes a precios ajenos a una valoración económica y que en muchos casos fueron adquiridos con su propio dinero".

La dimensión de la crisis bancaria española ha sido impresionante. De los 110 bancos que operaban en España a finales de 1977, la crisis ha afectado en mayor o menor grado a 56. Otros índices son más relevantes aún. La crisis que sacudió a la banca española entre 1977 y 1985 afectó al 27,19% de los recursos propios de las entidades al 27,14% de los ajenos y al 27,67% de los trabajadores bancarios.

Por su parte, Robert L. Clarke, inspector de la Oficina Interventora de la Moneda (Office of the Comptroller of the Currency), en una conferencia en la que recogía las conclusiones de un informe publicado el pasado mes de enero, analiza las causas de la bancarrota de 162 bancos nacionales norteamericanos entre 1979 y 1987. Clarke considera que las condiciones económicas deprimidas no fueron ni la única ni la más directa causa de las quiebras bancarias. En sus conclusiones afirma que el 89% de los bancos estudiados había sufrido deficiencias en la gestión o bien de la junta de directores, o de los funcionarios del banco. "Junto a la incompetencia y el estilo liberal, la malversación también jugó un papel". "Abuso interno o fraude, negocios consigo mismo, dependencia indebida del banco para ingresos y transacciones inadecuadas con filiales" fueron otras de las irregularidades frecuentes detectadas.

"En resumen", señala Clarke, "nuestros hallazgos sugieren que los bancos continúan quebrando a la manera antigua: por la incompetencia de la gerencia y la negligencia del director. Lo que hemos descubierto sugiere que siguen cayendo por la multitud de pecados por acción y omisión que nosotros como inspectores bancarios, hemos venido examinando tradicionalmente y condenando, pecados que en muchos casos llegaron a ser mortales cuando empeoró el entorno".

Clarke, coleccionista de cerámica india antigua, ilustra con una anécdota el distinto papel que juegan las causas externas y las derivadas de la gestión en la bancarrota de un banco. "Los comerciantes", apunta, "a veces cogen cerámica agrietada y rota y la pegan con tanta destreza que no se ven las imperfecciones. Una prueba para ver si una pieza ha sido recompuesta es meterla en un cubo de agua fría. Si estaba agrietada, las hendiduras reaparecerán. Si estaba rota, probablemente se romperá. Para un banco un entorno económico deprimido es como un cubo de agua fría. Cuando un banco es sumergido en una economía deprimida se ve la debilidad de la gestión".

El efecto bumerán

En su análisis de las causas externas provocadas por la evolución del entorno económico, el profesor Cuervo estudia las repercusiones sobre el sector financiero de la crisis del petróleo, la caída del ritmo de crecimiento y la liberalización del sistema bancario. Pero quizá una de las tesis más interesantes es la de los efectos de la expansión bancaria y el traslado de su coste a las empresas, cuyos percances se revuelven como un bumerán contra el sistema financiero.En otras palabras plantea la cuestión, ya abordada por el profesor Antonio Torrero, de los efectos del aumento del coste del crédito provocado por una expansión bancaria desproporcionada (el número de oficinas se triplicó entre 1973 y 1983) que ha agudizado la crisis de las empresas. Cuervo habla de "un proceso de retroalimentación por el que los costes originados por la crisis repercuten en los tipos de interés pagados por las empresas, con lo que aumenta los riesgos de insolvencia y exige a la banca nuevas dotaciones para fallidos".

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