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El Estado compensa la concentración productiva y de, población en las regiones mas prósperas

La continuidad del proceso de concentración del producto y de la población en las regiones más prósperas encontró en los años 1984 y 1985 como contrapeso cierta aproximación en los niveles de renta familiar, según el último informe Renta nacional de España y su distribución provincial, publicado ayer por el Banco de Bilbao. El incipiente marco de solidaridad regional, apoyado por la actuación estatal ha anulado el aumento de los desequilibrios que se registró en el período 1979-1983. Pero se mantienen inamovibles en los últimos puestos Extremadura, Andalucía, Castilla-La Mancha, Galicia y Canarias, en los primeros casos con niveles medios inferiores en un 40% a Baleares y Madrid.

La última versión del ya clásico estudio bianual sobre la renta del Banco de Bilbao, si bien presenta amplias discrepancias con las recientes estimaciones del Instituto Nacional de Estadística (INE), ilustra nueva mente la decisiva contribución de los salarios al ajuste económico. También reafirma que en los años 1979-85, previos a la acusada recuperación actual de la economía española, se mantuvo el proceso de concentración geográfica de la prosperidad en casi las mismas zonas, salvo la cornisa Cantábrica, que durante el desarrollismo franquista: el valle del Ebro, la zona levantina, Madrid y los dos archipiélagos, en este último caso por la pujanza del turismo.Una de las principales novedades de la 16ª edición del estudio es que en 1984 y, 1985 pare ce haber surgido un "marco de solidaridad regional", después de que en 1979-1983 se retrocediera en la corrección de las desigualdades. El Banco de Bilbao llega a afirmar que se ha restablecido la posición alcanzada en 1979.

Factores de compensación

Entre las causas del reequilibrio figuran la mejor coyuntura de sectores con gran peso en regiones pobres: la agricultura en Extremadura, Andalucía y Castilla y León, o el turismo en Canarias (véase cuadro adjunto). También han influido los cambios de la población; su tendencia a concentrarse en las zonas de mayor renta ofrece últimamente notables excepciones, aunque la despoblación siempre eleva la renta por habitante. Un tercer elemento radica en las transferencias de renta desde las provincias desarrolladas a las deprimidas, sobre todo a través de las administraciones públicas (por el juego de los impuestos y de partidas como subsidios de paro y pensiones).En concreto, las rentas transferidas han pasado desde el 13% sobre la renta disponible en 1979 hasta el 21,1 %en 1985. Las regiones más favorecidas por este mecanismo fueron en 1985 Asturias (un 27,3% de su renta total), Extremadura (24,3%), Andalucía (23,4%), País Vasco (23,3%), Galicia (23, 1 %) y Cantabria (22,4%). El menor nivel de rentas por transferencias correspondió a Baleares (16,7%), Canarias (17.6%) y la Rioja (18%).

La presión fiscal de la que surgieron las transferencias públicas tuvo sus mayores niveles, en términos de impuestos sobre las familias y cuotas a la Seguridad Social respecto al total (le la renta familiar antes de impuestos, en Madrid (26,5%), País Vasco (26,3%), Asturias (24,7%) y Navarra (23,4%). Por el lado de las regiones más deprimidas se aprecia con mayor claridad ese papel redistribuidor del Estado, pues Extremadura apenas alcanzó el 14,2%, Murcia el 15,6% y Castilla-La Mancha el 15,9%.

Con todo, las disparidades de renta por persona seguían siendo acusadas en 1985, cuando Baleares y Madrid alcanzaban los 769.191 y 692.417 pesetas, respectivamente, mientras que entre las deprimidas destacaban Extremadura con 437.118 pesetas, Andalucía con 457.961 pesetas y Castilla-La Mancha con 460.289 pesetas. Ni estas tres últimas ni Canarias (puesto décimo tercero, con 503.964 pesetas) cambian de posición en el ranking, donde Madrid ha ganado el segundo puesto a Cataluña, que pasa al tercero con 681.146 pesetas de renta por habitante.

En cuanto a población, la mitad de España -las zonas de prosperidad, como Madrid, el litoral mediterráneo y los archipiélagos- aumentó sus habitantes en 1979-1985 a un ritmo anual superior al 1%, ritmo propio de los años anteriores a la crisis de los setenta. Otra cuarta parte del territorio (el interior de la Península, Asturias y el País Vasco) tendió a despoblarse, con tasas anuales de crecimiento cercanas al 0,2% anual, hacia las que se encamina el conjunto de España.

Las diferencias de estimación entre el el Banco de Bilbao y el INE llegan a superar el 7% del Producto Interior Bruto (PIB) y a detectar un 11,6% más de población ocupada. Se trata de 1,2 millones de personas, que los autores del estudio justifican por el pluriempleo y la economía sumergida.

Una de las consecuencias es atribuir un esfuerzo distinto en el ajuste económico a las rentas del trabajo, que para el Banco de Bilbao bajaron desde el 63,34% del total hasta un 60,35% en 1983-1985. Las del capital pasaron del 11,17% al 13,34%.

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