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Sergio y Arteche celebraron la vuelta de Luis a casa

J. DAMIÁN GONZÁLEZLuis Aragonés volvía ayer al Calderón aunque esta vez como invitado a una colsa que no hace mucho Regó a ser suya. Y no podrá argumentar que fue mal recibido: algunos de: sus ex pupilos se empeñaron en facilitarle la visita, sin duda traicionados inconscientemente por el peso de la historia. Por ejemplo, Sergio y Arteche, dos de los jugadores en los que mayor confianza depositó siempre el actual entrenador del Barcelona. Los fallos del primero des pertaron a, Lineker y un espectacular error del segundo contribuyó a mantener el crédito goleador del inglés.

El Atlético ofreció 20 minutos aceptables. El equipo de Menotti funcionaba con relativa fluidez, el fuera de juego de jaba en evidencia a los azulgranas, la presión de los centro campistas. molestaba lo suficiente como para impedir que sus rivales centraran su fútbol y Zubizarreta se veía obligado a salvar dos mano a mano con Julio Salinas. El Barcelona, en fin, producía sus habituales sensaciones de tristeza en esta Liga. A todo esto, iban 26 minutos y Lineker tocaba su primer balón aprovechando un fallo de Sergio. Pero el inglés, que es uno de esos tipos listos que se manejan con intuición por el área y sus alrededores, se dio cuenta entonces de que Sergio era anoche un flan. Y se dispuso a comérselo.

Cinco minutos después Lineker marcó el primer gol. Bien es cierto que en la culminación de la jugada se conjugaron, varios factores. Primero, un espléndido envío largo de Schuster, que comenzaba a esbozar su magnífica actuación; segundo, que el Atlético había ensayado con notable acierto por cinco veces el fuera de juego y rozar la perfección estratégica en media docena ya era demasiado; y tercero, que Lineker se convenció de que los centrales del Atlético no tenían su noche.

Marcar el Barcelona y acabarse el Atlético fue tan fulminante como el primer chispazo de Lineker. Y, desde ese momento, el equipo de Luis se dispuso a jugarle al de Menotti exactamente con las mismas armas que había esgrimido el Atlético en esa fase inicial, es decir, agrupándose en dos líneas perfectamente delimitadas apenas separadas por un par de metros y presionando en zona a sus rivales. El Atlético se sintió agobiado, sin espacio vital por el que aprovechar los desplazamientos de Alemáo y la voluntariosa movilidad de Marcos y Futre y, en fin, sin capacidad para maniobrar.

Para intentar el asalto a la doble trinchera azulgrana era necesario contar con jugadores hábiles en el manejo en corto del balón y en la búsqueda de aperturas por las bandas. Menotti lo vio claro y recurrió a Lópe2. Ufarte y Landáburu,

Bare pero el a se había adueñado ya por completo de la situación y Schuster dirigía sabiamente sus maniobras tanto en la organización defensiva como en las rápidas salidas hacia terreno adversario.

Pero Schuster no iba a ser quien marcara definitivamente las diferencias. Mientras en el Atlético Sergio seguía encadenando fallos en el corte y en la entrega, un tremendo error de Arteche facilitó la noche goleadora de Lineker. Así, mientras el eje defensivo rojiblanco se rompía por completo, pese al notable esfuerzo de Tomás por tapar los agujeros de sus compañeros, en el área de enfrente Moratalla se convertía en una especie de aspiradora que absorvía por arriba y por abajo los pocos balones que habían conseguido llegar hasta él. El partido acabó con una notable superioridad del Barca, Luis se permitió el alarde de conceder descanso a Víctor y Lineker ante la inminente jornada europea, y Jesús Gil se vio obligado a apelar a sus evidentes conocimientos en materia jurídica con una sentencia final: "No tengo nada que alegar".

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