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Vitor Constancio arrolla en el congreso del Partido Socialista portugués

En ninguno de los anteriores seis congresos del Partido Socialista (PS) portugués el discurso del secretario general había alcanzado tanto apoyo como el conseguido ayer por Vitor Constancia, de los cerca de 1.500 delegados reunidos desde el viernes en Lisboa.Algunas decenas de seguidores de Maldonado Gonehla, ex ministro de Trabajo de Mario Soares, reunidos a la derecha de la tribuna, vieron cómo sus críticas, contundentes hace aún un mes, hacia la actual dirección del partido se perdían en el mar de los delegados, que ovacionaron al actual secretario, Vitor Constancio, que promete devolver al PS la fuerza y el poder perdidos.

Hay todavía algo de catártico en esta liturgia del triunfo de Constancia por parte de un partido, que, antes de emprender la larga marcha contra el cavaquismo triunfante, siente aún la necesidad de exorcizar los fantasmas del soarismo.

La minoría, vencida de antemano, ofreció treguas y su apoyo a la nueva dirección "contra el PSD y Cavaco, que ya mostraron bien su cara de derecha", y dispensó a Constancio de tener que argumentar contra "los nostálgicos del bloque central" de la coalición que el PS estableció con el Partido Socialdemócrata bajo la dirección de Soares.

Pero el resentimiento aflora en algunas intervenciones de de legados anónimos, menos acostumbrados que los dirigentes a los buenos usos y a la magnánima deportividad de los vencedores. Hubo quien defendió la necesidad de "barrer del partido la basura" que representan los llamados soaristas y quien habló, con palabras fuertes, de la "herencia legada por Mario Soares", hecha de "desorganización y des movilización", con secciones de provincia donde los militantes sólo se reúnen para jugar a las cartas, comentar los partidos de fútbol o tomar un café.

Más felices, las mujeres socialistas portuguesas consiguieron, como sus hermanas españolas, que les sea reservado una cuarta parte de los cargos en todos los organismos dirigentes del partido, con una fórmula feliz: la representación "de uno u otro sexo" no podrá ser nunca inferior al 25% en los órganos dotados de poder de decisión.

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