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Entrevista:

"Han pinchado el amor propio de los jugadores"

Zubizarreta asegura que la unión de la plantilla hará posible la recuperación del Barça

Andoni Zubizarreta llegó, en una extraña operación, al Barcelona, que para conseguir sus servicios tuvo que proporcionarle un portero (Biurrun) al Athlétic de Bilbao. Zubi, titular indiscutible en la selección española, se examina cada 15 días en el Camp Nou, donde un reducido grupo de aficionados no cesan de incordiarle a la primera duda. Persona interesada en solucionar los problemas de su profesión y en defender sus derechos, le gusta dar su opinión en cuantos debates se producen en el vestuario del Camp Nou, aunque detesta la palabra líder. Andoni es de los que piensan que sólo la unión del vestuario puede hacer que el equipo supere la actual crisis.

Pregunta. ¿Se ha arrepentido alguna vez de haber fichado por el Barcelona?

Respuesta. Si lo dice por los pitos y protestas que he recibido y recibo de cierto sector del Camp Nou, le diré que no. Creo que jamás me arrepentiré de haber fichado por, el Barcelona Lo que sí he pasado han sido momentos muy malos, en los que la moral se me ha caído a los pies. En esos momentos, no te arrepientes, pero te encuentras un poco vendido. Claro que te dura un día y a la mañana siguiente estás otra vez dispuesto a todo. Es como un reto.

P. El otro día llegó, incluso, a contestar a ese sector con un gesto muy feo

R. Ya dije inmediatamente que me arrepentía de haberlo hecho, pero es que... mire, uno comprende que cuando llega a un club nuevo te cueste entrar, formar parte del ambiente. Nadie te conoce, no saben como eres, ni como haces las cosas. El conocimiento que tienen de tí es de dos partidos al año Pero, cuando llegas con una trayectoria, juegas durante toda una temporada, demuestras como haces las cosas y que nivel tienes, te duele que un pequeño sector aproveche cualquier tontería para pitarte y claro, llega un momento que te tocan la moral porque, además, llegas a la conclusión de que jamás te los ganarás por más que pares.

P. ¿Se ha sentido solo en ese contencioso?

R. Nunca, siempre he tenido el apoyo de compañeros y técnicos. Todos ellos me han apoyado y pedido que tenga paciencia, que esté tranquilo, que ya pasará la tormenta. Y, en realidad, eso es lo que pienso. Se trata de una tormenta.

Demasiada presión

P. ¿Se imaginaba que en el Barcelona se vivía con tanta presión?

R. No puedo decir que me ha sorprendido, porque no me había formado una idea de cómo sería. Pero sí puedo decir que es mucho más grande de lo imaginado. La verdad es que hasta que, no estás aquí dentro y lo vives no sabes lo que es. Es exagerado. Hay que estar dentro para conocerlo a fondo. Aquí todo es polémico.

P. ¿En qué modo afecta eso al jugador?

R. Simplemente, en que no puede estar tranquilo nunca. Tu vida deportiva es como una sierra, plagadas de dientes. Una vez estás arriba y otra, abajo. Pero no sólo los medios de comunicación son culpables de este ambiente que rodea a la entidad, también los directivos y hasta los jugadores. Incluso la propia idiosincrasia del seguidor, que es muy elástico: hoy juegas bien, eres bueno; te sale un mal partido, eres malo.

P. ¿Es consciente de que mucha gente le considera uno de los líderes de la plantilla?

R. Pues se equivocan y de qué manera. A mí me gusta participar, dar mi opinión y, en un momento dado, si mis compañeros creen que puedo ser útil y debo representarles en alguna negociación o comisión, acepto esa responsabilidad. El tomar partido, defender unas posturas, unos derechos de los que estás convencido, es bueno, incluso pienso que los jugadores no son muy conscientes de la fuerza que tienen si están unidos. El futbolista está acostumbrado a hacer las cosas muy individualmente. Cada uno suele solucionar sus problemas. Y, claro, individualmente es muy difícil tener peso.

P. La imperiosa necesidad de triunfar, estar en un Barça triumfant, ¿en qué manera afecta al jugador?

R. Yo creo que esos planteamientos son equivocados. No porque se fichen muchos jugadores, los mejores, y el club se gaste más dinero que cualquier otro, significa que vas a ganar más títulos. Esas cosas no tienen porqué tener una relación directa. Teóricamente vas a hacer un equipo con mejores jugadores, vas a tener más posibilidades que otros, pero nada más. Luego tienes que hacer un equipo, tener suerte, que te respeten las lesiones y no olvidar que puedes incluso perder el título por diferencia de goles. Todas las directivas, no sólo la actual, han creado esa expectativa en el seguidor, pero sería bueno que alguien dijese que vamos a intentar ganarlo todo, no que lo ganaremos. .

P. ¿No cree que en este club todo es demasiado grande?

R. Ciertamente, tanto el vestuario como el estadio son, a mi modo de ver, excesivamente grandes. Me explicaré. En un vestuario tan grande, la relación es difícil, pues tienes contacto sólo con los que se visten a tu lado, pero no con el que se viste 20 metros mas allá. En un vestuario más pequeño hay más roce y con el roce te enteras de las cosas. Sabes qué problemas afectan a un compañero y si puedes o no ayudarle. Además, somos 28, cuando lo normal es 17, 18 o 19 jugadores, más los que puedan subir del filial. Con una cifra así se funciona más como cuadrilla, aunque tal vez todavía retenga en mi retina la imagen del vestuario de Lezama, pequeño e íntimo.

La frialdad del estudio

P. Y el estadio...

R. Es curioso, incluso con la gente que está viniendo estos días a los partidos se llenaría cualquier estadio de Europa y, sin embargo, en el Camp Nou parece que juguemos en familia. Los campos, cuanto más grandes son hacen que el calor se note menos. Por ejemplo, el foso. El foso separa mucho a la gente de lo que es el equipo, no permite una continuidad en el juego, porque cuando se cae el balón hay que ir a buscarlo. Eso impide que presiones con continuidad. La gente está lejos del rival y del árbitro. No notas tanto al público como en otros sitios. Hasta la comodidad influye. Los campos ingleses, por ejemplo, se llenan dos horas antes. Y cuando llega el autobús del rival sabe que está en el estadio del contrario. Lo nota. Y cuando sales a calentar los ves allí, apoyándote, animándote. Aquí la gente sabe que nadie le quitará el asiento y que tiene aparcamiento asegurado, y el estadio sólo se llena un cuarto de hora antes del partido.

P. ¿Hay compañeros que, pese a tener contrato en vigor, piensan que mañana pueden no estar en el Barga?

R. Hay la sensación de que si lo hacemos bien, crearemos un problema al que quiera tomar la decisión de cambiar jugadores, sacando -a unos y poniendo a otros. Que Conste que son libres de hacerlo, pero han pinchado el amor propio de los jugadores y eso nos ha unido aún más. Si conseguimos una buena clasificación en la Liga, ganamos la Copa y, quién sabe, hasta llegamos a la final de la UEFA o, incluso, la ganamos, va a ser un problema. El jugador tiene su orgullo y le duele que digan que el equipo es viejo o está acabado. Si sacamos este barco hacia adelante, a ver quien es el majo que trae un nuevo entrenador y nuevos jugadores. Intentamos poner el listón lo más alto posible.

La unión hace la fuerza

Pregunta. ¿Les ha unido más que antes la crisis?

Respuesta. El entorno general del equipo era bastan te negativo, desde todos los puntos de vista, y la gente se ha encontrado en una situación bastante extrema, y lo que hemos hecho ha sido unirnos todavía más. Como la tortuga, nos hemos metido en nuestro caparazón y hemos decidido afrontar juntos esta difícil situación Esa unión ha provocado una reacción positiva, no sólo en el aspecto deportivo.

P. ¿No cree que la plantilla es demasiado numerosa?

R. Puede, aunque no creo que eso perjudique al rendimiento del equipo. Lo que sí facilita son las especulaciones que puedan realizarse en tomo a un partido.

P. ¿Cree que el mayor problema del Barça actual es el acoso que está sufriendo su presidente?

R. El mayor problema del Barcelona ha sido la desconexión entre la afición y el club, o entre los aficionados y el equipo. Un club es grande por su plantilla, su historial, su masa social y porque hay una sintonía entre todos. Eso hace que el club sea importante, aunque sólo tenga mil socios. Cuando eso se corta, como ahora, se nota en el terreno de juego, en las gradas, en la ciudad.

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