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La infancia recuperada de Toshack

Santiago Segurola

La Real Sociedad ha alcanzado la final de la Copa con el perfil de un equipo inolvidable y quizá efímero. La obra de Benjamin Toshack, un técnico prisionero de una extremada ansiedad perfeccionista, pudo apreciarse con nitidez en el Bernabéu. Orgulloso de su carrera en el Liverpool e impregnado del carácter que otorgan los reds a sus mejores hijos, Toshack acostumbra a decir que el sustrato de su tarea como técnico reposa en Anfield Road. Allí, de manos de Bill Shankly, recibió su ideario básico del fútbol, junto a ilustres como Keegan, Callaghan, Heighway y Hughes. No es casualidad que esta Real recuerde la estampa de aquel Liverpool glorioso.Habida cuenta que todo hombre persigue de por vida sus fantasmas infantiles, cabría establecer que Toshack trata de forjar ahora el sueño que vivió como jugador, armar un equipo igual a aquél que fraguó la leyenda del Liverpool. La semejanza sobrepasa los cauces del estilo y se adentra también en los rasgos morfológicos.

Un vistazo a la compacta estructura física de Bakero permite asimilarle a Keegan, el joven protegido de Shankly en aquel Liverpool del comienzo de los 70. ¿Y no es López Recarte un Hughes ambidiestro? Aún más, cuando el fútbol peninsular comienza a despreciar al ariete poderoso, construido a la inglesa, y se inclina por un modelo más liviano y escurridizo, Toshack saca a Loren, un rompedor que desgasta los contrafuertes defensivos rivales. Y a la vista queda que Loren es lo más cercano al alter ego del Toshack futbolista, como Beguiristáin es una formidable réplica zurda y morena del elegante Heighway, el irlandés que colocaba el cuero en las cabezas de Toshack, Keegan y Thompson, es decir, Loren, Bakero y Górríz.

Todo concuerda en este sueño de Toshack, incluida la imagen de Zamora en el papel prudente y sabio que ocupaba el viejo Callaghan en los reds de Shankly. Y, como aquel equipo, la Real es capaz de amoldarse a todas las situaciones. Tiene una ventaja: su versatilidad. Pocos sospechaban que Bakero podría abandonar la frontera del área y, sin embargo, ahora ejerce como pivote en el centro del campo, anuncia los contragolpes y, lo más sorprendente, tiende a culminarlos. Es así que Bakero puede ofrecerse como centrocampista, mediapunta o puntíllero. La misma polivalencia está reservada a López Rekarte -zurdo y derecho y a veces medio centro- o a la Larrañaga, extraordinario -evidentemente, infravalorado-, que se maneja con el sentido y la contundencia de Kortabarría, el mejor stopper de la pasada década.

La variedad estratégica

Tanta funcionalidad abruma a los adversarios. La variedad -estratégica que introduce Toshack obliga a aceptar que cuando juega la Real se ven tres o cuatro partidos diferentes -alguno de los cuales suele aniquilar al adversario- durante los 90 minutos.

La obra de Toshack, que se ha desarrollado en un club sin pretensiones megalómanas, trasciende ahora del tranquilo marco de una pequeña ciudad del Cantábrico. Difícilmente podría sustraerse la Real, una entidad sumida en graves dificultades económicas, al magnetismo de los millones que se dirigen hacia el norte. Las ofertas sobre Bakero, Beguiristáin y Loren son multimillonarias. A este baile se añade la anunciada marcha de López Rekarte, que acaba su contrato, y la despedida de Arconada si Toshack no lo remedia. Mientras tanto, Zamora cumplirá un año más. Esta perspectiva no agrada a Toshack, que exige la permanencia de los mejores.

De no conseguir su propósito, el galés quizá se decida a atender las propuestas de la media docena de grandes equipos continentales que están dispuestos a contratar al técnico de mayor impacto de la Liga española.

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