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FRANCIA ELIGE PRESIDENTE / y 2

Todos los candidatos ofrecen el mismo modelo

Los franceses se deciden 'a la americana', en función de la imagen personal

Lluís Bassets

Las diferencias de programas políticos entre los principales candidatos a la presidencia de la República, el actual primer ministro Jacques Chirac, el ex primer ministro Raymond Barre y el socialista todavía indeterminado -que será muy probablemente el actual presidente François Mitterrand-, son casi todas de matiz. Así lo perciben los propios franceses según todas las encuestas. No hay diferencias respecto al modelo de sociedad. Apenas respecto a la política económica, incluida en ella la liberalización del pesado sector público, la política de defensa y la política exterior francesa.

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La obligación de abrirse hacia el centro

Ninguna de las fuerzas que juegan a ganar en la elección presidencial admite la proximidad en tre los programas de los candidatos. Sólo dentro de la derecha se presenta a Barre y a Chirac como dos modalidades de un mismo programa: batir a los socialistas. Los expertos electorales de los partidos aseguran además que los programas políticos tienen finalmente escasa importancia en una elección fuertemente personalizada y "a la americana" en la que la imagen personal del candidato es lo más importante. Sin embargo, las consecuencias prácticas de la elección van a incidir de forma decisiva en el futuro de la V República, después del experimento insólito que ha significado la cohabitación entre un primer ministro conservador y un presidente socialista.Cambio de hábitos

Hasta 1986, los franceses estaban acostumbrados a un curioso sistema político de democracia parlamentaria matizada o limitada en el que el presidente de la República contaba con plena autoridad sobre el primer ministro el Gobierno y la Asamblea Nacional. Además, los electores reforzaban con su comportamiento los poderes constitucionales del presidente. En cada elección legislativa, el presidente de la República veía confirmado su mandato a través de la victoria de su mayoría. En 1986, sin embargo los franceses votaron en sentido contrario y limitaron por primera vez el presidencialismo de la V República. Según el sociólogo Maurice Duverger, la explicación hay que buscarla en un movimiento incipiente de redistribución de los espacios políticos y de formación de nuevas posibilidades de mayorías. La posibilidad de una nueva correlación de fuerzas es lo que se juega realmente en las elecciones del 24 de abril y del 8 de mayo próximos, con la elección a dos vueltas del nuevo presidente de la República. Lo más importante se producirá pues, el día 9 de mayo. Lo sustancial de los programas electorales no está, en consecuencia, en los buenos propósitos políticos, sino, en las intenciones institucionales para el día 9.

Chirac ha asegurado que no piensa disolver la Asamblea Nacional. Para conseguir el apoyo de los diputados de la Unión para la Democracia Francesa (UDF), sus socios en la coalición conservadora que lo ha llevado al gobierno, ha dado garantías en tal sentido. Pero además, a Chirac y a su partido, el neogaullista Asamblea para la República (RPR), les interesa continuar la obra emprendida durante los dos años de cohabitación, en los que los neogaullistas han actuado de columna vertebral de la mayoría y han cobrado sustanciales rentas, en poder político y administrativo, de su posición hegemónica dentro de la derecha. La victoria de Chirac significaría el restablecimiento de la ecuación que ha permitido la supervivencia de la V República: un presidente que domina al Gobierno y a la Asamblea, y que restablece el papel de la formación política heredera de De Gaulle.

Raymond Barre, en cambio, piensa disolver la Asamblea Nacional, con el objetivo de aprovechar la inercia del voto presidencial para intentar producir una mayoría favorable, en su caso para aumentar la fuerza de la UDF e intentar que supere la del RPR. Su propósito, inspirado igualmente en la ecuación clásica de la V República, es cambiar la base partidaria de su funcionamiento: en vez del RPR sería la UDF, o incluso una nueva fuerza política presidencial, la que constituiría la médula de la mayoría. Esta fuerza contaría con sectores decantados hacia el centro e incluso tendentes a buscar el entendimiento con el socialismo más moderado, en detrimento de los neogaullistas. De la reorganización podrían salir en teoría dos fórmulas distintas: el centro-derecha o el centro-izquierda. Pero en cualquier caso surgiría un presidente que de nuevo interviene intensamente en toda la vida política. El candidato socialista -que no existe todavía- no ha manifestado todavía sus preferencias.

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Todas las hipótesis permiten pensar que si el candidato es Mitterrand y vence, no disolverá, sino que tanteará la posibilidad de inducir una nueva mayoría de centro-izquierda, organizada en torno al partido socialista pero contando con los sectores de la UDF dispuestos a colaborar.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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