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Tribuna
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Minoría

El debate sobre la virginidad o no de las narices del señor Yáñez no ha hecho más que empezar, aunque me temo que, ante la ola de conservadurismo que nos invade, la virginidad de nariz recupere la importancia que ya han recuperado otras virginidades del cuerpo y del alma. Ya está dicho, mucho y bien, que el PSOE ha utilizado su rodillo parlamentario para demandar a un supuesto lengua larga cuando entre sus filas cuenta con una colección completa de lenguas largas que han jugado con los prestigios ajenos valiéndose precisamente de lo que ahora no vale: la impunidad parlamentaria.Pero me sorprende el escaso interés demostmdo por el misterioso apoyo que Minoría Catalana ha prestado al Gobierno. Esta alianza impía tiene cláusula secreta y hasta ahora no ha sido posible descifrarla. Conociendo al señor Roca, es de suponer que no ha hecho el préstamo por un prurito meramente ético. El señor Roca nunca come el pan a palo seco. El señor Roca, como yo mismo, siempre prefiere el pan con tomate. ¿De qué tomate se trata en esta ocasión? El favor que Minoría Catalana le ha hecho al PSOE no dejándole asumir en solitario la farsa grotesca del suplicatorio contra Ramón Tamames no es un flaco favor. Lo que podía haber sido una operación de castigo de policía parlamentaria vengativa se ha convertido en una cuestión de alta ética parlamentaria. La operación vengativa de castigo la pone el PSOE, y la ética, Minoría Catalana.

El asunto tiene ese impreciso pero peyorativo color cachumbo de lo que no huele demasiado bien. Piénsese que esta alianza impía se fragua a pocas semanas de las elecciones autonómicas en las que las dos fuerzas litigantes más importantes, CiU y PSCPSOE, compartirán la cruzada defensiva de la virginidad de las narices del señor Yáñez. En cuestión de virginidades y de impunidades va a ser imposible la confrontación. Tendrán que asumir las dos formaciones políticas el mismo camisón con ventanilla, mientras en la trastienda Roca y Guerra se reparten un extraño botín, sin duda muy codiciado por Minoría. Si no, ¿de qué?

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