Huellas
Conforme transcurre el tiempo, cada vez estamos más preparados. Hemos recibido con creces la instrucción adecuada, adiestrados por el fascinante televisor, y es por ello por lo que me atrevo a proponerles un sublime a la vez que ingenioso test que combina el amor y la pituitaria con singular donosura. Cierren ustedes los ojos, coloquen los sentidos en tensión y traten de recuperar en sólo tres segundos el perfume del hombre o la mujer que les han dejado huella a lo largo de los últimos días.Según asegura la publicidad, tiene que resultar de lo más fácil. La oferta del mercado es ancha y larga, y hay una gama olorosa a la disposición de todas las narices. Va desde la sutil esencia floral tipo adolescente con acné hasta un profundo perfume apto para desalojar la kasbah, que con tanto europeo tuforoso se está poniendo imposible los sábados por la tarde.
De todo hay. Pestazos capaces de transportar a la más pintada de la ceca a la meca durante la noche para al final dejarla caer rugiendo como un tigre en una cama. Efluvios de sirtaki, aromas tropicales, vaharadas de macho en celo, secuelas de pulcra ejecutiva con gafas capaz de poner a los hombres las tecnologías de punta. Tenemos chica nueva en la oficina, tenemos nueva vecina, me gustan otros mundos, me gustan otros hombres pero están en ti, sólo para mujeres imprevisibles.
Han transcurrido los tres segundos y se empeñan ustedes en que no pueden recordar. Decididamente, imposible. ¡Hale, hop! Vamos, un esfuerzo, no se diga que después de todo lo que nos hemos olido durante tantos años somos ahora incapaces de mencionar una simple marca. ¿Cómo dice? ¿Chanel número 5? No me vale. Sin duda usted fue de los que crecieron el día que murió Marilyn.
A la vista de que ni uno de ustedes es capaz de recordar la simple pregunta que plantea esta prueba, habrá que concluir que basta con un buen refrote de agua y jabón para que desaparezca cualquier huella que no haya penetrado debajo de la piel.
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