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Tribuna:LOS MADRILES
Tribuna
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González

Todo lo que se dice contra el presidente Felipe González son cosas de poco momento: Azores, azares, trapicheos con la Gran Banca, entrega en manos de validos monetaristas -"la democracia es aburrida", él se lo dijo a Cebrián-, política ambigua con los yanquis y con los euros, etcétera. Cosas, en fin, no sólo de poco momento, sino de difícil interpretación, porque presidente González, como todo gobernante con poder casi absoluto, como todo absolutista con gobierno casi total, tiende a remontar los problemas locales con grandes iniciativas planetarias, que no siempre le salen mal (gracias a los sutilísimos servicios de Fernández Ordóñez, que todo hay que decirlo o callarlo). Lo que ya le perdona uno menos a presidente González es que venga asistiendo a la erosión de las rocas blancas de Dover por el mar y las procelas de la Historia, a la pérdida progresiva de la mayoría absoluta, y se asome a ese abismo, con dragones de espuma al fondo, como el Hamlet de Lawrence Olivier, dubitativo y con el puñal damasquinado y shakespeariano junto al pecho (puñal que en este caso es un rudo cuchillo de cocina que le ha regalado Nicolás Redondo por navidades). En menos palabras, que lo que no le perdonamos a Felipe González (con tasas de popularidad que hoy se acercan en mucho a las de Suárez) es su apatía, sus ojeras, su Victoria Prego, su cansancio, su escepticismo, su quizás amargura. De la entrevista buida de Cebrián a las dulces entrevistas de la Prego, uno obtiene la sensación de que el presidente está cansado y no tiene quien le escriba. La sensación de que sólo se proponía llegar al poder, demostrarse a sí mismo algo, y que, una vez conseguido eso, nos abandona a los españoles a nuestra suerte. Las conclusiones de Jávea / Guerra, asimismo, se anticipan a descartar nuevos triunfos mayoritarios. Hay en todo lo que viene haciendo y diciendo presidente González un "ahí queda eso" muy andaluz y muy torero. Pero FG sabe que hay una España de charanga y pandereta (Antología de la zarzuela / Tamayo) a la que mantener a raya. Felipe, no puedes abandonarnos en las tinieblas exteriores. Fuera con las o eras y la Prego, presidente. Más difícil que tener, es mantener.

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