Rosa Pezzullo
Una joven de 26 años, nueva juez de la 'capital de la Camorra' napolitana
Rosa Pezzullo, de 26 años de edad, es la nueva juez municipal de Ottaviano, el pueblo considerado como la capital de la Camorra por haber dado a luz al gran sacerdote de la Mafia napolitana, Raffaele Cutolo. Él, don Raffaele, está en la cárcel. Pero en Ottaviano vive toda su familia, la de sangre y la otra, que también está signada con la sangre, ya que los adeptos de la Camorra, como los de la Mafia, los auténticos, hacen su pacto de honor con unas gotas del líquido de sus venas.
El juzgado de Ottaviano, un pueblecito situado a una veintena de kilómetros al este de Nápoles, está considerado como un puesto que quema. Uno de los últimos; jueces municipales, Pietro Morgiga consiguió escapar ileso, de un atentado defendiéndose con la pistola en la mano.Es la primera vez que ese juzgado será regido por una mujer. Y en el profundo sur del país. Y Casi una niña. Ella, Rosa, se ha limitado a decir: 'Solicité Ottaviano porque estaba en la lista de las vacantes presentadas por el Consejo Superior de la Magistratura. Y no me arrepiento".
"Lo que toobs esperamos "
Al entrar días atrás al juzgado, para hacer el juramento ritual, para evitar la colmena de fotógrafos llegados hasta de Roma, se escabulló por una puerta lateral. Aquel puesto que ella ha decidido tomar sin miedo llevaba vacante casi dos años. Antes de llegar a la sala del juramento ya la habían alcanzado los fotógrafos. La nueva juez, bombardeada por las cámaras, corta tajante: "Creo que ahora basta". Llega el alcalde Gustavo Racconto, democristiano, acompañado por los concejales. El primer ciudadano lee un pequeño discurso con voz emocionada. "Usted trabajará aquí tranquila, estamos seguros", le dice finalmente al darle la mano como para tranquilizarla. Y Rosa, hija de ahogado, que manifiesta una madurez y seriedad superior a la de su joven edad, responde lacónica: 'Es lo que todos esperamos".Insisten los periodistas en sonsacarle por qué, joven y mujer, ha optado por un avispero nos, y esta vez Rosa concede una medía sonrisa y responde: "Eso es lo que yo me pregunto". Y se fue. Pero tuvo que volverse para recoger un ramo de rosas rojas que las estudiantas del liceo Diaz le habían dejado sobre su nueva mesa de trabajo, donde le esperan batallas no fáciles, como un gesto simpático. Decía el mensaje: de "fraterna esperanza".
Imposible hacer una biografía de la joven juez. Hasta ahora Rosa Pezzullo, dicen quienes la conocen, no ha hecho más que estudiar. Pero todos están seguros que su carácter fuerte, su voluntad de luchar y su ausencia de miedo la llevarán muy lejos. Su curriculum, el público, el que contará en su vida, empieza ahora y está abierto a todas las aventuras.
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