La misma escuela

Aún tengo grabados en mi mente los años de mi infancia que pasé en la escuela de un pueblo llamado Villoruela, en la provincia de Salamanca. Las condiciones estaban muy lejos de lo que podría llamarse aceptable desde todos los puntos de vista; nuestros maestros aplicaban sobre nuestras mentes una pedagogía de terror muy en relación con el régimen bajo el que se gobernaba el país, pero el problema no sólo era nuestros maestros. El edificio escolar estaba situado, y sigue estándolo, en las afueras del pueblo. No existían facilidades higiénicas y los largos y tensos inviernos nos incrustaban sus fríos al mismo tiempo que aprendíamos las grandezas del franquismo.Después de 20 años he retornado y me ha sorprendido ver cómo la escuela está enclavada en un vetusto local donde niños de cinco años intentan recibir la enseñanza, sin calefacción ni servicios. Sólo los maestros disponen de un infiernillo para su propio uso, y el resto de la clase tiene que aguantar las temperaturas siberianas de este pueblo meseteño.

Vista esta situación, intenté comunicarme con el señor delegado de la provincia para saber a qué se debían estas anomalías y cómo no se efectuaban los arreglos necesarios. Por dos veces se me dijo que no podía ponerse al teléfono, y la tercera tuve el honor de exponer al señor director general de Educación Primaria (creo que ése es su título) el problema, y su respuesta fue que conocía bien lo que sucedía, pero en el pueblo tenían que "agradecerle" haberles dado la posibilidad de tener una escuela como la que tienen. ¿Puede justificarse que se implanten clases a niños de cinco años en condiciones peores que hace 20 años?

Cambiamos de régimen y luché para conseguirlo, pero ¿es esto lo que conseguimos?-