La tarde tuvo usía
Acabo de ver un programa de televisión, La tarde, en esa televisión asfixiada, según algunos periodistas y no periodistas, por las presiones políticas, manipulada hasta las tramoyas por el vicepresidente del Gobierno, en el que dos miembros de la clase periodística cargaban a bayoneta calada contra la clase política, despachándose a su gusto en opiniones sobre un conjunto de ciudadanos, los políticos (por cierto, no vi a ninguno sentado en esa tertulia), que lo harán algunos bien, otros regular y algunos mal, pero que en su conjunto están por la tarea de hacer que la convivencia entre los españoles sea cada día mejor, que nuestra sociedad sea cada día más justa, más tolerante, más igualitaria, que lo consigan o no y a gusto de qué mayoría de ciudadanos, eso es otra cosa, pero ése es su trabajo, trabajo tan digno, al menos, como cualquier otro, incluyendo el de la clase periodística, con perdón.De un tiempo a esta parte vengo oyendo a algunos primados del cuarto poder que desde sus púlpitos de papel imprenta o de ondas hertzianas anatemizan a todo un colectivo de españoles que por voluntad popular, expresada de acuerdo con las normas de una sociedad democrática, se han convertido en representantes del resto de sus conciudadanos.
Se llega incluso, por parte de Antonio Herrero y en el programa antes citado, a deslizar una velada amenaza a Hernández Mancha, ante la disculpa de éste por no acudir a su programa de radio, cuando dice: "...En el camino nos encontraremos". Sólo le faltó a Herrero fijarle al jefe del segundo partido más votado por los españoles la hora, los padrinos y si florete o espada. Y esto, a mi entender, es, además de un discurso erróneo, una actitud un tanto peligrosa, porque esos analistas políticos (seres que viven en simbiosis con los políticos mismos) pudieran estar induciendo a crear un clima de desconfianza entre los representados hacia sus representantes, no concretamente hacia este o aquel político, no, sino hacia la clase política en general. Y precisamente ahí, en esa generalización, es donde yo veo la comisión de ese pecado mortal de la clase periodística independiente, cual es la falta de objetividad.
Yo no entiendo, ni en el periodismo ni en ninguna otra actividad humana, la apolítica, si no es bajo el prisma humorístico de esa frase de la Escopeta nacional que dice: "Yo, apolítico de toda la vida, de derechas, como mi padre". Es decir, periodistas de derechas, de centro, de izquierdas, como los bomberos o los agentes de cambio y bolsa; la independencia, a mi entender, no viene dada por el grado de contundencia con que se ataque a un Gobierno, sea del color que sea, ni denostando sistemáticamente a la clase política, clase política que cuenta entre sus labores la de mantener las condiciones político-sociales adecuadas para que se la pueda seguir denostando dentro de un régimen democrático y de libertades; la independencia, digo, creo que está en relacióndirecta a la claridad, veraci
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