_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La herencia de ETA

Uno de los dirigentes más representativos del Partido Nacionalista Vasco, Manuel de Irujo, declaró unos años después de la muerte de Franco a la Hoja del lunes de Bilbao: "No deseo de ninguna manera que se hagan las cosas que está haciendo ETA últimamente, pero sí estoy dispuesto a servirme de ellas". Era agosto de 1978. Las cosas de ETA han ido a peor. De aquella ETA ya no queda nada y las intervenciones violentas son cada día más brutales. Y sin embargo, no es seguro que todos los seguidores del naciinalismo democrático hayan cambiado de forma de pensar. Una cosa es el desprecio por las actuaciones de ETA, la constatada repugnancia por sus métodos y el convencimiento de que camina hacia su suicidio político, y otra es aprovechar la herencia fáctica de ETA. La frase de Irujo parece haberla hecho suya, con matices, Eusko Alkartasuna.Esta reflexión es anterior al atentado de Zaragoza. Corresponde a una sensación poco a poco extendida respecto a que las discusiones sobre el terrorisrrio y la pacificación de Euskadi se, inscriben en el cuadro de la lucha de algunos sectores políticos por recoger el legado histórico de ETA, llámese herencia o botín. Y quizá el múltiple asesinato de Zaragoza retrase la designación de sus herederos políticos, pero no niega la operación para recoger el fruto de sus acciones; al margen de que esas acciones se condenen o no. Se pretende que las acciones y sus consecuencias sean compartimentos estancos.

La discusión por la herencia es clara. Pese a que era evidente que el otoño iba a ser igual que el verano y el invierno igual que el otoño en cuanto a la violencia, algunas fuerzas políticas habían dado por agotada la fuerza bárbara de la banda terrorista, al mismo tiempo que valoraban que el terror ha dejado un rastro, además de sangiento, de exigencias que calan en un sector numéricamente importante del pueblo vasco. Un sector incapaz de llegar a alcanzar espacios significativos de poder, pero que suponen un electorado a aprovechar. Desaparecida ETA o la fracción más amplia de la organización, sería posible descabalgar a Herri Batasuna de la dirección del radicalismo. Ni por la escasa calidad intelectual de sus representantes, ni por la menguada preparación de la mesa nacional, ni por el público desprecio a toda ética de algunos de sus dirigentes, ni por la imagen bárbara de algunos de sus portavoces, es factible -parecen pensar algunos dirigentes de Eusko Alkartasuna- que Herri Batasuna se mantenga como el grupo homogéneo de respaldo a la altemativa KAS. Los dirigentes de Herri Batasuna tienen que intentar mantener los miles de votantes si ETA desaparece o vacila, si se encuentra en situación de inferioridad respecto a las fuerzas policiales y políticas de Euskadi y el Estado agrupadas para combatir la violencia. Pero sin la dirección de ETA, sin el liderazgo de ETA, sin saber qué hacer en cada momento por ausencia de una dirección acorralada, las fugas de votantes son posibles si se les ofrece un similar lenguaje político radical.

La herencia de ETA es el largo período de acoso a los poderes del Estado y a la sociedad en general para alterar las condiciones políticas de Euskadi, debido también a que los Gobiernos españoles no han solido tener una idea clara de lo que había que hacer ni una idea justa del compromiso adquirido con el estatuto de Gernika. Cierto que democráticamente se puede avanzar por ese caminoy que a eso está apostando el PNV, pero ETA puede facilitar el atajo. Y al final de ese atajo parece esperar Eusko Alkartasuna para ponerse al frente de la manifestación. Como saben quienes hayan hecho antifranquismo, las maneras de nutrir una manifestación son muchas; por ejemplo, iniciarla al final de un partido de fútbol y desde las mismas puertas del estadio para, en la confusión, arrastrar o parecer arrastrar a miles de simpatizantes. Alguien, en Bilbao, propuso una vez con buen humor escribir unas líneas a máquina con algunas de las peticiones o exigencias habituales y después aprovechar el funeral de algún personaje ilustre para quedarnos con las hojas de firmas, graparlas a nuestro texto y enviarlas al Gobierno Civil. La impresión es que Eusko Alkartasuna quiere hacer con la herencia de ETA algo parecido. Si el Estatuto no está suficientemente desarrollado, se le descalifica globalmente; si la idea de la autodeterminación puede alcanzar a numerosos vascos, se la esgrime precisamente en este momento y como contrapartida a un posible pacto contra la violencia. Lo que puede conseguir atraer, si no a los seguidores más fanáticos de Herri Batasuna, sí a los indecisos y a quienes votan al radicalismo aberizale aunque rechacen los muertos. Ésa es la herencia de ETA, la herencia política, y mientras Herri Batasuna intenta poder mantenerla si muere ETA, la dirección de Eusko Alkartasuna parece creer que podrá asumir la titularidad de todos los votos radicales.

Quizá si la ecuación gobernante en Euskadi se hubiera resuelto de forma diferente ahora se diese otra lucha distinta por la herencia. Quizá si Eusko Alkartasuna hubiera formado gobierno con el Partido Socialista y Euskadiko Ezkerra, ahora fuera el PNV el radicalizado para presentar un poderoso frente opositor. Quizá. Pero nadie se le puede echar en cara al PNV porque eso no ha sucedido, aunque sea cierto que el PNV siempre tuvo un cariño paternal hacia los chicos díscolos de Herri Batasuna.

Si gobernar es siempre jugar con lo posible, oponerse apuesta a menudo por la radicalidad. Abanderar permanentemente a los descontentos significa intentar llevarse los votos de Herri Batasuna cuando falte el pastoreo tutelar de ETA sobre la organización radical. El PNV se ha desmarcado de la violencia y en el pacto sobre el fin del terror y el comienzo de una paz posible está obrando con serenidad. Ya no estamos en 1978 y las cos as de ETA resultan inservibles. Pero las cosas de ETA siguen slendo importantes. Y lo son dentro y fuera de Euskadi. Los asesinatos indiscriminados, pasado el primer momento de ira, empujan a encontrar una salida como sea. Muchos catalanes y aragoneses quieren que en Euskadi se resuelva la situación política a cualquier precio con tal de que a ellos les dejen vivir en paz. Pero ¿qué es resolver el problema como sea? La respuesta a esta pregunta deben darla todos los partidos de EusIzadi sin ambigüedades, y no trapicheando cotas de soberanía por cadáveres contantes y sonantes.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_