Los candidatos a la presidencia surcoreana apuran la última gota de la campaña
No hay jornada de reflexión para los surcoreanos. Las últimas 24 horas antes de las elecciones presidencia de mañana las primeras en 16 años que se celebran por sufragio universal, serán dedicadas a la captura desesperada de votos, especialmente en Seúl, por los tres principales aspirantes, Roh Tae Woo, Kim Young Sam y Kimí Dee Jung, que se muestran seguros del triunfo.
El pronóstico es incierto. La victoria de cualquiera de ellos puede ser por un apretado margen de papeletas, tal vez menos del medio millón de las casi 26 millones censadas. Sólo se necesita la mayoría simple. El foco de conflicto se centra en la posibilidad de un fraude electoral por parte del gubernamental Partido para la Justicia Democrática (PJD) del que es líder Roh, y que todo ello provoque graves desórdenes,Para prevenir posibles brote, de violencia antes y después de los comicios, el Ejército y la policía han sido puestos en estado de alerta. Más de 50.000 agentes del orden serán colocados mañana en las puertas de los 13.657 colegios electorales y 245 centros de escrutinio repartidos por todo el país. Desde el pasado fin de semana, la presencia de soldados y de cientos de policías de paisano apostados en lugares estratégicos de Seúl se ha ido haciendo más visible. El Gobierno ha comenzado a hacer hincapié en el peligro de que "estudiantes radicales y disidentes" desencadenen acciones violentas al término de la jornada electoral.
Sugerencia de voto
El telediario de la primera cadena de la televisión estatal, KBS, hacía anoche al país un llamamiento a aceptar los resultados y mantener la calma, y sugería votar por aquel candidato que tenga más probabilidades de triunfo, en una alusión que los analistas interpretan como forzar el voto a favor de Roh. Algunos sondeos oficiosos (no está autorizada su difusión) daban ayer al candidato gubernamental como vencedor con un margen de medio millón de votos, pero su fiabilidad es bastante cuestionable.
Los dos candidatos de la oposición, Kim Dae Jung y Kim Young Sam, no han conseguido dejar a un lado viejas rencillas por ahora y todo parece indicar que se presentarán por separado, con el grave riesgo de que se les escape la victoria. Ambos, que han convocado sendas conferencias de prensa para hoy por la mañana, han llegado, sin embargo, al acuerdo de constituir una comisión supervisora conjunta para examinar de cerca las posibles irregularidades que se teme se produzcan durante la votación. Otras organizaciones de disidentes, estudiantes, de religiosos y hasta del propio Gobierno seguirán de cerca el desarrollo de los comicios. "No se teme tanto al proceso de escrutinio cuanto a la abundancia de casos de irregularidades a la hora del voto", comentó ayer una fuente diplomática occidental.
A Seúl han llegado para seguir in situ el desarrollo de estas importantes elecciones delegaciones de los partidos Republicano y Demócrata de Estados Unidos, del Congreso norteamericano, así como 13 abogados de varios países en representación de un grupo internacional de derechos humanos que tiene su sede en Washington. Hoy también llegará a la capital surcoreana William Clark, un alto funcionario del Departamento de Estado norteamericano, que viene en "visita no oficial, de carácter puramente informativo, para entrevistarse con funcionarios de la Embajada de Estados Unidos", según explicó un portavoz de esa misión diplomática. El alto funcionario regresará a su país el próximo día 19, tres días después de los comicios.
Vídeos subversivos
Son las ocho de la noche del domingo. La temperatura es bajísima. Cinco o seis grados bajo cero, tal vez. "Vaya usted a la catedral a ver la proyección del vídeo sobre Kwangju, aunque quizá la policía lo impida", avisa un joven seguidor de Kim Dae Jung. Alrededor de un centenar de personas llegan en silencio, después de haber escuchado la misa de siete y media en la catedral de Myongdong, a un patio abierto en la parte trasera del centro. Allí han colocado una pequeña pantalla donde desde el pasado día 9 se exhibe una película de 45 minutos sobre los sangrientos sucesos acaecidos en la ciudad de Kwangju, 350 kilómetros al suroeste de Seúl, en mayo de 1979. El Ejército aplastó una insurrección popular, causando la muerte de casi 200 civiles, según cifras oficiales, y de más de 1.000, si uno se atiene a lo que dice Kim Dae Jung.Dos jóvenes explican al público la película, realizada por la televisión alemana occidental poco después del episodio, y cuyas imágenes, pese a la deteriorada calidad de la cinta, describen sin necesidad de demasiadas palabras la brutalidad del aplastamiento. Un hombre aparece con el cerebro destrozado. Otro, con la cuenca del ojo izquierdo hundida. Cadáveres mutilados y sollozos de familiares de las víctimas completan un cuadro aterrador de un suceso de cuya responsabilidad se acusa ahora al actual presidente de la República, el ex general Chun Doo Hwan.
Durante la proyección no se oyó una mosca. "Mucha de esta gente es la primera vez que ve imágenes de los sucesos. El Gobierno siempre las ha prohibido. La pena es que hayamos tenido que esperar tanto tiempo para enterarnos de esto", dice un estudiante. Las autoridades han hecho la vista gorda al permitir la exhibición del vídeo en algunos puntos de Seúl, pero eso no quiere decir que de cuando en cuando la policía irrumpa en el lugar y ponga fin a la reunión. En la catedral no ha habido hasta ahora ningún tipo de incidente. "Aquí no se atreven por la figura que representa el cardenal", dice el estudiante.
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