Las presas de Santillana
Si la opinión pública no lo impide, Alea jacta est ! Un triángulo de la sierra de Madrid, por decisión soberana y más que discutible del Ministerio de Justicia -hasta ahora, no se ha consultado para nada ni a los ayuntamientos ni a los vecinos de la zona-, a instancias y por presión del nuevo César comunitario, Joaquín Leguina, contará en el próximo trienio con un atractivo más que unir a los múltiples con que le ha dotado la madre naturaleza; una cárcel de mujeres en régimen abierto.De nada han valido las manifestaciones masivas que hace meses cortaron varias veces el tráfico por dos fines de semana consecutivos en la C-607, como expresión airada de los verdaderos deseos de la población, ni los carteles y pegatinas que todavía inundan el triángulo, Soto del Real, Manzanares, Miraflores y Colmenar Viejo, pueblos que la misma Comunidad de Madrid incluye en sus rutas turísticas.
Joaquín Leguina lo sentenciaba tras la rueda de prensa en la que el titular del Departamento de Justicia, Fernando Ledesma, daba a conocer el nuevo plan carcelario para la provincia de Madrid. "Que un municipio no acepte una cárcel no es noticia; es insolidaridad". Una opinión muy particular si se tiene en cuenta que la opinión de los afectados y de sus municipios no parece tener la menor importancia para el presidente de la Comunidad madrileña, que ha mostrado en todo este asunto un empecinamiento altamente sospechoso por su parcialidad.
El pasado domingo 29 de noviembre, en una reunión celebrada en Soto del Real, los representantes democráticamente elegidos de los ayuntamientos de Miraflores de la Sierra, Guadalix, Colmenar Viejo, Manzanares el Real y Cerceda-El Boalo, expresaban en asamblea abierta su oposición total al proyecto y estimaban en unos 50.000 mifiones de pesetas los perjuicios a la zona, sólo en construcciones no realizadas.
Nada más lejos de mi inten ción que suponer que Leguina quiera sacarse la espina de la oposición de esos ayuntamientos en el tema de su famoso recargo del 3%, o pretender que la forma de establecer la igualdad socialista de la sierra de Madrid con los municipios del sur de la capital, fuente principal de su fuerza electoral, es castigarles con un establecimiento penitenciario de régimen abierto. Pero el hecho de su insistencia en la ubicación del centro en plena zona turística serrana puede llevar al ciudadano a conclusiones erróneas sobre sus verdaderas motivaciones.
Oposición al proyecto
Que el Gobierno central y la Comunidad Autónoma de Madrid quieran resolver el pavoroso problema del hacinamiento en las cárceles españolas merece toda clase de elogios y parabienes. Pero que se quiera hacerlo a costa de lesionar los legítimos intereses de los comerciantes y ciudadanos que habitan en una de las zonas turísticas más notables de la provincia de Madrid no parece justo.
Sin el más mínimo éxito, todos los grupos políticos de los ayuntamientos afectados han hecho saber su oposición al proyecto. Y no porque sean "insolidarios", sino porque consideran más que discutible la construcción de un establecinúento penitenciario en una zona residencial cuando la sierra norte de Madrid está llena de lugares ideales para los mismos fines dada su escasa o nula población.
Tengo entendido que Joaquín Leguina está muy viajado por esos mundos de Dios. Quizá nos pueda explicar a los vecinos de la zona cuántas cárceles ha visto edificadas en "zonas de interés turístico", como Viña del Mar, en Chile; St. Moritz, en Suiza; Miami Beach, en Florida; Windsor, en el Reino Unido, o Marbella, sin ir más lejos.
Reconsidere el Gobierno su decisión y deje en paz lo que bien ganado está en paz. Que el marqués de Santillana, en su inocencia medieval, pueda seguir cantando desde su tumba cercana a sólo a las "vaqueras de la Finojosa".
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