Pasos hacia la paz
LA DETENCIÓN en Guipúzcoa de una docena de personas acusadas de estar vinculadas a ETA, entre ellas el presunto autor material del asesinato de Dolores González Cataráin, Yoyes, así como el descubrimiento de abundante material y de varios pisos utilizados por uno de los más sangrientos comandos de la banda terrorista, constituye un importante éxito de las fuerzas de seguridad. Con éste son 15 los comandos operativos de ETA desmantelados en lo que va de año. Entre ellos, los que actuaban en Madrid y Barcelona, los cuales, junto con el de Guipúzcoa, habían constituido el núcleo central de la activídad terrorista en el último período.Si a esos éxitos policiales se unen los frutos de la colaboración internacional, que de momento ha servido para desmontar las principales bases logísticas de ETA en el sur de Francia -incluyendo el aparato recaudador del llamado impuesto revolucionario, vital para la supervivencia de la banda terrorista-, y se consideran los avances producidos en la sociedad vasca en el sentido de deslindar la acción criminal de ETA de las aspiraciones de los ciudadanos de Euskadi al autogobierno, parece justificado el moderado optimismo de quienes piensan que el fin de esta locura puede estar, si no a la vuelta de la esquina, relativamente próximo.
Pero esperanza no equivale a certeza, y no faltan motivos para la preocupación. La búsqueda de un consenso de las fuerzas vascas sobre los principios democráticos que habrán de orientar cualquier iniciativa de pacificación ha puesto de relieve que la tentación de in strumentaliz ación de los efectos de laviolencia para obtener beneficios políticos no ha desaparecido totalmente. Ello ha sido aprovechado por Herri Batasuna para intentar deslegitimar los avances logrados con el argumento de que gran parte del pueblo vasco rechaza cualquier pacto como el que ahora se intenta. Los representantes de la coalición abertzale que se entrevistaron el jueves con el lehendakar! Ardanza han podido apoyarse en la ausencia del partido de Garaikoetxea del acuerdo recientemente suscrito en Madrid para considerar que se trata de un pacto "antivasco", justificando así su abandono de las conversaciones iniciadas por Ardanza en Vitoria. Al actuar de esa manera intentan, ante todo, trazar una línea divisoria entre las fuerzas políticas vascas que manifiestamente falsea la realidad política de la Euskadi actual.
En Euskadi hay partidos que rechazan que una minoría, grande o pequeña, pueda imponerse por la fuerza, y partidos que consideran que sus particulares puntos de vista deben prevalecer por el hecho de que lo que demandan es también exigido por los vioJentos. Esa línea de demarcación es la misma que separa a quienes aceptan el marco estatutario como instrumento de autogobierno de quienes rechazan frontalmente ese marco que los vascos se han dado a sí mismos. Pretender que la forma de convencer a los segundos y atraerlos al campo de los primeros consiste en aceptar el punto de vista del radicalismo, aunque se afirme rechazar sus métodos, revela ceguera política. No es a base de halagos y guiños de complicidad como se va a ayudar a romper amarras con el militarismo a los sectores de Herri Batasuna que han comprendido la trampa en que se encuentran pero no se deciden, o no se atreven, a pensar con su propia cabeza.
Los representantes de Herri Batasuna han insultado al lehendakari, y a su Gobierno, al que han motejado de "colaboracionista y sumiso a los enemigos históricos y actuales del pueblo vasco". Pero al hacerlo han insultado también a los ciudadanos vascos que, con sus votos, dieron legitimidad a ese Gobierno. Armado de esa legitimidad que no proviene de las armas, sino de la voluntad popular, Ardanza está en condiciones de liderar sin vacilaciones el proceso de pacificación de Euskadi, que ahora tiene más oportunidades que - nunca en los últimos años de plasmarse en un acuerdo en positivo. Ese acuerdo es indispensable para posibilitar un armisticio que dé paso a la reconciliación.
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