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Leandro Plaza

Médico del corazón, promueve una gastronomía 'cardiosaludable'

Leandro Plaza Celemín ha consagrado la mitad de sus 50 años al corazón. Es el dirigente científico de la Fundación Hispana de Cardiología, promotora de la III Semana del Corazón, y asesora a Educación y Sanidad sobre formación de cardiólogos. Hace dos años, un infarto mató a su padre. Fue una derrota de su afán de prevención: "No me hacía caso". Él, sin embargo, aunque "sólo sea para convencer al 0,005% o a los amigos", cuando come en un restaurante pide platos cardiosaludables y no fuma.

Nació en Corral de Almaguer (Toledo), pero a los ochos años ya estaba afincado en Madrid. Es vicepresidente de la Fundación Hispana de Cardiología -el presidente es un lego en materia médica- y preside la Comisión Nacional de Cardiología, cuya labor es asesorar a los ministerios de Sanidad y Educación sobre la enseñanza de la especialidad.Hizo la especialidad en el Instituto de Cardiología de México en 1968 y luego estuvo en la universidad neoyorquina de Siracusa. "Una gran parte del desarrollo de la cardiología en España se debe al grupo de compañeros que estudió en México, que entonces era un punto señero de la especialidad".

Actualmente es jefe del servicio de cardiología del Centro Nacional de Investigaciones Clínicas y Epidemiología del Instituto Carlos III, organismo destinado a dar un "apoyo científico y técnico" a los problemas que afronten las Administraciones autonómicas sanitarias.

Su padre, un veterinario que fue líder estudiantil durante la dictadura de Primo de Rivera, fue represaliado tras la guerra civil. Estuvo preso y su colegio profesional le declaró "Indigno" de ejercer la profesión. Luego vino el exilio familiar a México.

Respetar la vejez

La negativa de su padre, que tenía 76 años cuando murió, a seguir sus cardiosaludables consejos le enseñó a introducir el concepto de calidad de vida. "Hay que respetar a los viejos; no hay que agobiarles. Es preferible que se fumen un cigarrito o coman algo prohibido a convertirlos en amargados. A esa edad ya no tienen tanta importancia los factores de riesgo y hay que permitirles los pocos placeres que les quedan".Su carácter le abocó a la investigación. "Para ser cirujano hace falta ser agresivo y yo no lo soy". Tampoco es un Gregorio Marañón. "Me cuesta horrores escribir incluso literatura científica". Está casado y no tiene hijos, lo que, dice, le permite involucrarse más en su profesión y en fregados como la III Semana del Corazón.

Tiene una secreta pasión. "Los fines de semana me pongo el delantal y me meto en la cocina. Es como cuando estoy en el laboratorio. Hay que andarse con cuidado. No soy nada imaginativo. Me pongo al lado el libro de recetas y lo sigo al pie de la letra. Mi especialidad es el trasunto de la especialidad hispana: la paella de verduras. Tiene aceite de oliva, arroz, verduras y carne de pollo y conejo".

Es un enamorado de la cardiosaludable gastronomía española, ve aburrido y peligroso el exceso de grasas y no cambia unos boquerones o calamares de tasca por la mejor hamburguesa multinacional.

Y siente en lo más vivo cada muerte por corazón. "Tendría que estar acostumbrado porque es algo que me rodea, pero no puedo, es como una rebeldía". Cada media hora, un español le da motivo para rebelarse.

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