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MIÉRCOLES EUROPEO

La presión del Español hizo inofensivo al Milán

ENVIADO ESPECIAL Los ajedrecistas soviéticos Anatoli Karpov y Gari Kasparov ya deben de estar pensando en contratar a Javier Clemente como estratega. El técnico blanquiazul, que sólo juega al dominó, se reveló ayer como un gran maestro en el tablero futbolístico. Su excelente planteamiento, seguido al pie de la letra por sus jugadores, y esa dosis de fortuna que siempre acompaña al entrenador vasco hicieron que el Español humillara al todopoderoso Milán en su propia salsa o... casi, puesto que tuvo que jugar en Lecce. El club catalán sigue pisando fuerte en la Copa de la UEFA y a su nombre ya no habrá que añadir la coletilla "de Barcelona" para que los aficionados europeos sepan su procedencia.

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Clemente dijo con ironía a los periodistas en las vísperas del encuentro: "Si acertáis la alineación, váis a dar botes de alegría". Naturalmente, sabía que su sistema iba a sorprender a todo el mundo. Hizo un pleno redondo, aunque más de un seguidor blanquiazul se echó las manos a la cabeza cuando vio que el encargado de sujetar a la estrella milanesa, el holandés Gullit, era un mocetón de Molins de Rel que nunca ha leído el libro de la técnica futbolística. Gallart, auxiliado por Soler, anuló por completo a Gullit y fue una de las claves de la victoria, junto al trabajo de todos sus compañeros y, muy especialmente, el de Nkono, que redimió con creces su pifia liguera del pasado sábado frente al Real Madrid, que, una vez más, se llevó los dos puntos de Sarrià.

Silvio Berlusconi, el magnate de la televisión italiana y presidente del Milán, hizo muy bien en no viajar a Lecce en su avión particular. Lo hubiera pasado peor que frente a la pequeña pantalla porque le habrían silbado los oídos de las broncas que los tifosi dedicaron a su equipo. Salvo en los primeros 20 minutos, el Milán dio una sensación de impotencia impropia de un equipo millonario, lleno de figuras y que quizá refleja la triste personalidad de su técnico, Arrigo Sacchi. Durante esa fase de dominio italiano, el Español se limitó a poner el autobús frente a la meta de Nkono. Después, aprovechó uno de sus escasos contraataques justamente en ese momento psicológico previo al descanso. El estadio enmudeció con el tanto de Zubillaga. Sólo se oían los gritos de los casi 50 seguidores blanquiazules, que viajaron creyendo en el milagro. En aquel instante nadie se acordó de la familia de Orejuela, que falló, solo ante Galli, un gol cantado, pocos segundos antes de que el escocés Syme mirase su reloj y decretara el final de la primera parte.

De todas formas, la puntilla definitiva para el Milán llegó en la segunda parte antes de darle tiempo a reaccionar. Otro balón robado a base de presión made in Clemente fue la clave. Se trató de una jugada perfecta de contraataque, como las había planteado Clemente en su mente. Zúñiga arrebató el balón a Bianchi en la banda derecha, se internó y centró a Pichi Alonso, que no perdonó la oportunidad de oro que se le presentó y batió de nuevo a Galli. De película.

Sin brújula, sin el apoyo del público y con la cabeza totalmente embotada, los jugadores del Milán fueron un juguete en manos de los del Español, que no se inmutaron por la ventaja adquirida. Los pupilos de Clemente siguieron a su ritmo, tapando huecos, presionando a sus rivales y esperando con paciencia una nueva ocasión, que llegó, pero que no se tradujo en gol. Habría sido demasiado. Como demasiado fue que el Milán no pudiera batir a Nkono a pesar de disponer de varias bazas. Y es que allí estaba el excelente portero camerunés, al que Clemente le perdona esos errores infantiles que a veces comete porque después "salva un partido".

Pero Clemente, Nkono y Gallart no fueron las únicas estrellas blanquiazules de la sobremesa de ayer. Lo fueron todos, sin distinción, porque no debe olvidarse que, además de Gullit, en el Milán juega o, al menos, lo intenta hacer otro holandés prestigioso, el delantero Van Basten, que ayer no rascó una. A Van Basten su ex técnico y ex jugador azulgrana Johan Cruyff le ha hablado muchas veces del Barcelona, pero seguramente se ha olvidado de comentarle alguna que otra peculiaridad del Español. A partir de ayer lo recordará siempre.

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