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Del 'castigo moral' a la entrega del carné

Anabel Díez

Las escaramuzas de Pablo Castellano con la dirección del PSOE tienen muchos años de antigüedad, aunque desde comienzos de 1986 "las cosas de Pablo" dejaron de hacer gracia en el partido. Fue con motivo del zigzagueante debate previo al referéndum sobre la permanencia de España en la OTAN, en el que propugnó la salida de la Alianza Atlántica actuando en contrario a las directrices finalmente aprobadas por el partido.Junto con otros cuatro miembros de Izquierda Socialista, Castellano fue reprobado por el comité federal del PSOE que, no sin debate, optó por este castigo moral desoyendo a los más ortodoxos que proponían directamente llevarles al comité de disciplina.

Desde la etapa de la transición, con el PSOE en la oposición, Pablo Castellano no se privaba de realizar declaraciones públicas en contra de la dirección del partido y de su florida e incisiva prosa han salido las frases políticas más festejadas de los últimos años. En su etapa de diputado los corrillos de parlamentarios, de todas las ideologías, en torno a Castellano eran famosos y nunca faltaba el reproche jocoso al miembro de la ejecutiva del partido que hiciera parada en la tertulia. "Son cosas de Pablo", y nadie parecía molestarse del todo. Aun es recordada su etapa de presidente de la Comisión de Justicia e Interior del Congreso por su imparcialidad en la conducción de los debates y por el amparo que prestaba a las minorías.

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Su fidelidad al partido fue también puesta de manifiesto en muchas ocasiones, con gran sorpresa para muchos, en determinados supuestos, como por ejemplo la defensa ardorosa que, en nombre del Gobierno, realizó de la legislación antiterrorista.

Las esporádicas y molestas declaraciones en todos los medios de comunicación con los reiterados vocablos de "felipismo", "amiguismo" y "enchufismo", empezaron a no hacer gracia en absoluto en los ámbitos de poder socialista. Su posición pública contraria a la OTAN concitó la unanimidad del partido en su contra. Unos, por convencimiento de la bonanza de estar en ese bloque militar; otros porque, pese a su criterio, asumieron la decisión de la dirección y tuvieron que desdecirse de lo dicho.

"¿Por qué Pablo tiene bula?". Era la pregunta que se hacían en el PSOE por esas fechas. Este último episodio, en el que hace referencias personales a un miembro de la dirección del PSOE, parece que puede rebasar los límites que se suponen razonables en un partido y él debe ser consciente. Antes del referéndum de la OTAN Ramón Rubial. le pidió discreta e infructuosamente que entregara el carné; ahora, él lo ha puesto espontáneamente a disposición del partido.

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Sobre la firma

Anabel Díez
Es informadora política y parlamentaria en EL PAÍS desde hace tres décadas, con un paso previo en Radio El País. Es premio Carandell y Josefina Carabias a la cronista parlamentaria que otorgan el Senado y el Congreso, respectivamente. Es presidenta de Asociación de Periodistas Parlamentarios (APP).

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