El Dalai Lama hace un llamamiento a la desobediencia civil pacífica contra China
El dios-rey de los tibetanos, el Dalai Lama XIV, hizo ayer un llamamiento a su pueblo para que continúe una protesta pacífica contra el Gobierno central de Pekín. "Es una especie de expresión de una pena profunda. Es bueno y necesario" dijo el Dalai en una conferencia de prensa desde su exilio en Dharamsala (India) en donde se refugió tras la revuelta de 1959 junto con otros 100.000 tibetanos, en su mayoría monjes o funcionarios a su servicio.
"Es importante que China sepa que el pueblo tibetano no es feliz", señaló el Dalai Lama, que, sin embargo, se manifestó en contra de tomar las armas contra Pekín. Para el máximo dirigente religioso de los 1,9 millones de personas que habitan el techo del mundo debe analizarse con "realismo" la cuestión de la independencia del Tíbet, que puede permanecer como región autónoma china si supone un "mayor beneficio" para los tibetanos.El líder espiritual celebró un oficio para rezar por los tibetanos muertos en los disturbios acaecidos en Lhasa desde el 27 de septiembre y que, según fuentes no oficiales, ascienden a 19 personas entre manifestantes y policías. También se dirigió a más de 600 monjes y ciudadanos de países occidentales que se habían congregado frente a su residencia, algunos de los cuales han iniciado una huelga de hambre de 24 horas para protestar por la "bárbara actuación china".
El Dalai Lama desmintió que los recientes acontecimientos de Lhasa estén motivados por sus reivindicaciones independentistas pronunciadas en Washington durante el viaje que realizó a Estados Unidos, a mediados de septiembre. Por el contrario, el Diario del Pueblo, órgano de difusión del Partido Comunista Chino (PCCh) culpó nuevamente ayer de la agitación de Lhasa al Dalai y a los senadores norteamericanos que se hicieron eco de sus palabras y aprobaron una propuesta sobre las violaciones de los derechos humanos en el Tíbet.
Críticas de EE UU
La Administración Reagan ha criticado también la actuación de los senadores norteamericanos. El Departamento de Estado ha emitido un comunicado en el que se afirma que el Gobierno de Pekín ha mejorado considerablemente su política hacia el Tíbet.Según The New York Times, que citaba a analistas políticos de Hong Kong, los mayores beneficiarios de la agitación en el Tíbet son los altos cargos de Pekín que se oponen al actual proceso de liberalización de China, que verían reforzada su posición ante el 13º Congreso del Partido Comunista Chino de finales de octubre.
Mientras miles de tibetanos exiliados en la India han protestado estos días por la suerte de sus compatriotas y se han manifestado con banderas y pancartas a favor de la independencia del Tíbet y criticando al Gobierno de Pekín, el Gobierno indio ha cerrado la frontera con esa región autónoma china y numerosas patrullas fronterizas vigilan la zona para evitar la entrada en el país de nuevos refugiados. La seguridad en las inmediaciones de la Embajada de China en Nueva Delhi ha sido reforzada y la policía india ha detenido a algunos manifestantes.
El Tíbet permanecía ayer, cuando se cumplía el 37º aniversario de la entrada de 84.000 soldados chinos para la liberación pacífica de la región, cerrado a los extranjeros. Policías y militares patrullaban las calles de la capital, Lhasa, y mantenían recluidos en los monasterios a los monjes para evitar nuevos disturbios.
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