_
_
_
_

Javier Martínez Gil

Primer español que es maestro del té a la usanza japonesa

Javier Martínez Gil es, desde hace poco más de un año, el primer español que ha sido nombrado maestro de té por Soshitsu Sen XV, actual gran maestro de té de la escuela Urasenke de Kioto y descendiente de Sen Rikyu, un sacerdote zen del siglo XVI que perfeccionó este arte tal y como se practica en la actualidad. Durante sus estudios en Kioto, Martínez hizo de anfitrión en la demostración ofrecida al presidente del Gobierno español y a su esposa cuando visitaron Japón, en septiembre de 1985.

"Fue muy emocionante para mí, porque necesitaba hablar español con alguien, y aunque la ceremonia fue muy breve, lo recuerdo con cariño. Felipe González bebió tres tazas de té, algo que no hicieron otros jefes de Gobierno", recuerda Martínez, quien dirige el grupo Urasenke Dokokai, integrado por españoles amantes del arte del té.Nacido en Madrid hace 34 años, tuvo una infancia normal, sólo alterada por la muerte de su madre, a los 13 años. Tras una pequeña crisis emocional se interesó por la psicología y más adelante por el yoga. Paralelamente estudiaba periodismo y preparaba el acceso a la Escuela de Bellas Artes, pero no llegó a terminar sus estudios.

Viajero apasionado, interesado en conocer otras culturas, Javier ha vivido varios meses con indios en Canadá. "Este viaje tuvo gran importancia en mi vida. Me di cuenta que era muy parecido a ellos, que tenía tendencia a la pereza, y pensé que necesitaba algo opuesto a mí; por eso comencé a practicar zen a los 21 años". En 1979 viajó a Roma, para profundizar en su estudio con una maestra japonesa. Allí pasaba dos o tres meses cada año, iniciándose en el chado (camino del té) y alternándolo con el kyudo (tiro con arco japonés), con un maestro japonés que daba cursillos en París y Londres. "Así estuve durante seis años, hasta que conseguí una beca para estudiar chado en la Fundación Urasenke de Kioto, junto a alumnos de todo el mundo. Allí estudiábamos la historia del arte del té y las artes que se aglutinan en torno al té: lacado, cerámica, caligrafia, talla de bambú, cocina, jardinería, etcétera".

Ayer el grupo Urasenke Dokokai celebró la primera demostración pública del arte del té en Madrid. Javier Martínez explicó a los invitados los distintos pasos de la estética del té, los materiales y las vestimentas que se utilizan en estas reuniones. "El chado desempeña un importante papel en la vida artística de los japoneses y a través de sus reglas se conocen las reglas sociales del Japón actual".

Esta ceremonia dura unas cuatro horas. Su esencia es purificar el alma mediante la identificación con la naturaleza. Sen Rikyu sintetizó ese espíritu en cuatro palabras que llevan consigo otras tantas actitudes: wa (armonía), kei (respeto), seI (pureza) y jaku (serenidad). El ritual consta de cuatro fases: kaiseki -en la que los huéspedes toman una ligera comida-, nakadachi -un pequeño intervalo para pasear por el jardín-, goza iri -el punto culminante de la reunión en que se sirve té fuerte o koicha- y finalmente el servicio de usucha o té liviano.

"Mientras dura la reunión de té", añade, "todo está minuciosamente preparado por el anfitrión para que los huéspedes estén allí con todo su ser. Éstos conversan de arte y literatura o de los pequeños objetos escogidos por el anfitrión, pero no de política, negocios o religión".

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_