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La proximidad de las elecciones presidenciales en Francia provoca una crisis sobre el control de la televisión

Lluís Bassets

La proximidad de las elecciones presidenciales francesas ha provocado ya sus primeros estragos en los medios de comunicación, especialmente la televisión, escenario sobre el cual se desarrollará la confrontación y la captación de votos. En pocos días, el recientemente privatizado primer canal ha despedido a la estrella más polémica de la televisión francesa, Michel Polac, y se ha abierto una crisis en el más alto organismo de control de los medios audiovisuales, la Comisión Nacional para la Comunicación y las Libertades (CNCL).Unas declaraciones hechas la semana pasada por el presidente, François Mitterrand, al semanario Le Point crearon el desconcierto incluso entre los propios socialistas. El presidente arremetía contra la CNCL, a la que acusaba de ser parcial y poco respetable, en una forma que parecía excesivamente dura y con efectos contraproducentes para su imagen de árbitro por encima de las pequeñeces políticas. En pocas horas los hechos se encargaron de demostrar que François Mitterrand posee un sexto sentido o que la suerte siempre le acompaña.

El primer canal de televisión, TF-1, privatizado hace apenas cinco meses, despedía a Michel Polac, el presentador y director de un programa, Droit de réponse (Derecho de respuesta), considerado como el test de la libertad de expresión en Francia. Dos miembros de la CNCL, los únicos que no pertenecen a la actual mayoría conservadora, dimitían por la parcialidad de las decisiones de este alto organismo, que adjudica las concesiones para las radios y las televisiones privadas y se encarga, teóricamente, de garantizar la libertad de información.

El despido de Polac ha desencadenado una impresionante reacción de solidaridad en la opinión pública francesa. Los dos motivos que están en el origen de la censura ejercida por el nuevo propietario de TF- 1, el constructor multimillonario Francis Bouygues, son precisamente las críticas a la CNCL realizadas en un reciente programa, por presunta corrupción en la adjudicación de licencias, y los sarcasmos y denuncias de corrupción política contra el propio Bouygues, por la adjudicación de las obras del puente de la isla de Re, en la costa atlántica, a la que se oponen pertinazmente los ecologistas.

Argumentos y denuncias

Con el despido, el nuevo patrón de TF-1 ha dado argumentos a quienes piensan que la CNCL no es precisamente el guardián de las libertades, sino el origen de' sus límites, y que la televisión privada no puede mantener los mismos márgenes de tolerancia que la televisión pública. Denuncias como las efectuadas en los últimos programas eran condimento, habitual del programa de Polac, que venía funcionando desde hace siete años, siempre en el filo de la navaja, y con permanentes temores de desaparición.La incapacidad del nuevo sistema de televisión privada francés para asimilar a un periodista como Polac y la pérdida de credibilidad de la CNCL -creada por los conservadores para sustituir al organismo de creación socialista, la Alta Autoridad, acusada a la sazón de parcialidad- proporciona al Partido Socialista, y a Mitterrand especialmente, jugosos argumentos para poner en duda lo más sustancial de la gestión del Gobierno de Jacques Chirac. Los socialistas, sin embargo, no se han manifestado hasta ahora partidarios de renacionalizar las empresas privatizadas.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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