Las citas
Los lectores parecemos cada vez más tontos. Y los intelectuales, cada vez más listos. Hay que ver los vastos dominios de la literatura y del ensayo que muestra cualquier escribano. Su texto rezuma sabiduría, acumulada gracias a ingentes lecturas y extensos conocimientos que se muestran ante el mundo mediante frases de otros autores, conocidos o recónditos. No hay texto que valga un celemín si no contiene una sentencia histórica."Como ya escribió Tucídides...".
Y el pobre que no recuerde quién era Tucídides sufrirá automáticamente un doble complejo: de desmemoriado por no tener presente el siglo, la dedicación y la nacionalidad de aquel hombre, y de marginado por haber vivido hasta ahora sin tan utilísimo pensamiento, que ha perdurado al través del tiempo y ha servido a filósofos, historiadores y literatos en una trascendencia sin límites.
Pero vamos a ver: ¿acaso esa gente tan culta memoriza las palabras y los autores de forma que siempre hay alguna frase que le viene al caso?; ¿quizá leen los libros subrayando pensamientos y recuerdan después la página en que se encontraban?; ¿elaboran fichas sobre los autores, sus frases y los temas que deben tratar para poder colocarlas?
Mientras averiguamos el secreto de tan aburrido proceder, nos haremos pequeños ante la bofetada de cultura que propinan quienes escriben no para presentar nuevas ideas en las que no habíamos caído, sino principalmente para hacer exhibiciones de sapiencia y amplia biblioteca.
"Como ya escribió Schopenhauer... ".
Diablos, ¿quién era Schopenhauer? ¿Cómo no recuerdo yo esta frase si hace años leí a Schopenhauer? ¿No me hablaron de Schopenhauer en el colegio? ¿O me suena porque se parece a Beckenbauer, que ése sí que sé quién es?
Esto sucede por disfrutar de la lectura en plan aficionado, y dejar que los conocimientos sedimenten por su cuenta. Los profesionales de la memoria van a convencernos de que sólo existe el saber si está clasificado.
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