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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Llega el hombre delgado

El hombre delgado, The thin man está dispuesto a lucir sus filiformes atributos durante varias semanas. Alabamos el empeño. No asoma mucho el detective últimamente que digamos, y su irrupción ha de tener el valor de un refresco veraniego.Aunque en cine, como se verá tiene la fragancia alada de la comedia casera, el hombre delgado, Nick Charles, está parido por la pluma torturada de Dashiel Hammett. Póngase al detective y a su mujer en el contexto social de su creador y se comprobará cómo se corta la mahonesa.

Pinkerton Detective Agency es el poso putrefacto desde donde parten todos los caminos, Continental Op el primero.

El hedor seco del whisky invade despachos oscuros, con una rupestre máquina de escribir sobre la mesa, la papelera llena de folios desahuciados y, el cenicero abarrotado de colillas aún humeantes; y, por encima de todo, una testa hirviente que dará frutos concisos al siglo XX y especialmente a la serie negra.

El ciclo Dashiel Hammett, en Cineclub, comienza a emitirse hoy, a las 21

15 por TVE-2, con la proyección de La cena de los acusados.

Imagen en ocre

Si algo de memorable había en la película sobre Hammett, nacida del choque violento entre Wenders y Coppola, era precisamente esa imagen, en ocre, del escritor entre sus paredes muertas.Después caería en picado. Problemas, él y su costilla, Lilian Hellman, con el senador McCarthy y la ruina económica en impuestos.

Y también el cementerio de elefantes: el guión cinematográfico, especie de especia alimenticia para engordar divos y divas y dividendos.

Pero este ciclo, como decíamos, tiene gracia, y el dato social está, como los lavabos, al fondo a la derecha. Por ejemplo, La cena de los acusados, dirigida en 1933 por W. S. van Dyke, es una muy frecuentable comedia sofisticada donde, más que la resolución de un misterioso caso de desaparición, lo que cuenta es la relación entre él y ella, entre Dyke y su mujer.

En esta plasmación de la eterna batalla de los sexos, el punto más atractivo reside en la interpretación de sus dos grandes actores.

La pareja formada por William Powell (quien, antes de volver con Otra reunión de acusados, nos daría un memorable mayordomo millonario en Al servicio de las damas, extraordinaria comedia de Gregory Lacava) y Myrna Loy tiene el mismo equilibrio de las formadas por Tracy y Hepburn, o Grant y Hepburn, o Wayne y O'Hara, y provoca sus mismos desequilibrios.

Llevábamos tiempo sin verla.

Saludémosla, pues, y disfrutémosla.

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