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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Ciclismo y competición

Estamos de acuerde con el editorial de EL PAIS (28 de julio de 1987) en que "el Tour de Francia ha sido el gran descubrimiento del estío...". Sin embargo, en medio de este clímax ciclista, que tan sibilinamente han abonado diferentes medios de comunicación, una ligera duda, en torno a la ineptitud de algunos informadores deportivos, se alberga en la mente de numerosos aficionados al deporte de la bicicleta.No es sólo el desmedido afán por crear estrellas nacionales lo que nos hiere, ni el trabajo de los periodistas que se empeñan en contarnos las carreras a través, exclusivamente, de las ideas que les sugieren las imágenes que ofrece televisión. Nos molesta ese periodismo taimado, dispuesto siempre a "hablarle al vulgo en necio para darle gusto...".Sin disimular nuestra admiración por Pedro Delgado, sí nos hubiese gustado que Ángel Arroyo, segundo clasificado en otro Tour de Francia, pudiera haber contado a su lado con estos mismos medios de comunicación, creando semejante fervor popular. Nos gustaría, claro está, que los enviados a estas grandes pruebas dispensasen la atención que se merecen a los otros componentes de esos equipos que consiguen llevar a uno de sus hombres a los primeros puestos de la clasificación general; que denunciasen -si es que hay que denunciarlo- el uso del doping y el rigor en los respectivos controles...

Quisiéramos que estos informadores iluminen nuestros cerebros sobre la idoneidad en la práctica deportiva de unas personas que ruedan cada año más de 30.000 kilómetros, que nos informen acerca de los -aspectos nobles o envilecedores de cuantos se sienten obligados a participar en estas grandes pruebas para satisfacer los compromisos de un contrato que les impone esfuerzos sobrehumanos, por muy lucrativo que el contrato sea; de cuantos, a espaldas del mismo deporte, obreros y víctimas de él, se sienten obligados a montar la bicicleta sólo para seguir subsistiendo.

Debajo de cada hombreanuncio, de cada ciclista, se nos antoja ver un ser humano, con unas limitaciones que las casas comerciales, y hasta los propios protagonistas, muchas veces parecen ignorar. Una cosa es el deporte; otra, la competición, y... romper ladrillos con la cabeza o vender las piernas a una determinada marca, otra muy distinta. -

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