Jordi Tarrés, líder del mundial de trial
Jordi Tarrés, de 20 años, es el líder del mundial de trial cuando sólo faltan tres de las 12 pruebas del campeonato. Surgido del Trialsin -trial en bicicleta-, Tarrés ha sorprendido a los expertos por su nuevo estilo de pilotaje, que le ha permitido superar a los más veteranos competidores.
Jordi Tarrés es un líder atípico en un mundial como el de trial, en el que son difíciles las sorpresas. Su evolución ha sido distinta a la de los demás pilotos, y su estilo ha pasado de ser criticado por todos, a ser imitado por los más veteranos competidores. Su forma de mantener el equilibrio la aprendió en el trialsin, y, a diferencia de los otros pilotos, Tarrés no se formó en el estilo clásico del trial.Sin embargo, y según el ex corredor Pere Oller, su mano derecha, la mejor virtud de Tarrés es "la tremenda ambición de victoria". "Si encuentra en la carrera un obstáculo que en el entrenamiento no superaría", prosigue Oller, "su ambición le permite conseguirlo".
El piloto catalán nació en Manresa, pero reside en Rellinars, una, pequeña localidad situada a 20 kilómetros de Terrassa. El trial es la pasión de los habitantes de Rellinars, porque en las cercanías se disputaba hace unos años una prueba del mundial. La pasión asaltó a Tarrés desde niño, cuando apenas llegaba al metro de altura y ya contemplaba las evoluciones circenses de los pilotos de trial.
Jordi Tarrés, como todos los niños del pueblo, comenzó a imitar con una bicicleta los trazados de las motos. Se inició en el mundo del trialsin, y llegó a ganar el Europeo de 1983. "Yo hacía exhibiciones antes de las pruebas del mundial de trial", explicó ayer Tarrés desde la fábrica de su moto, la firma Beta, en Italia. "Después de las exhibiciones me quedaba para ver la carrera. Pero jamás imaginé que algún día yo iba a ganar a aquellos monstruos". Cuando su hermano Francesc, también piloto de trial, se fue a la mili, Jordi le cogió la moto prestada.
Una familia como equipo
En 1985, Tarrés participó en el mundial como piloto privado, y terminó en 11ª posición. Beta observó que tenía un diamante en bruto en sus manos y le montó un equipo completo. Desde entonces, Tarrés viaja en una roulotte, acompañado de un matrimonio formado por un mecánico y una cocinera -"para no cambiar de comida"- y sus dos hijos pequeños. "Soy como un hijo para ellos", dice el piloto español. En 1986, Tarrés ganó su primera prueba, en Estados Unidos: "Entonces me dí cuenta de que estaba muy cerca de los mejores, y de que incluso podía ganarles". Terminó el mundial en cuarta posición, y fue campeón de España.Ahora, en 1987, Tarrés tiene muchas posibilidades de ganar el título, tras vencer en Irlanda, Alemania Occidental, Austria y, el domingo, en Italia. "Es lo que más ambiciono", dice. Los mayores ya no le señalan como una promesa, es un enemigo. "Las relaciones, con los otros pilotos son difíciles, porque está en juego nuestro prestigio". El que más le ha ayudado ha sido Eddy Lejeune, campeón mundial en 1982, 1983 y 1984, pero ahora, cuando Tarrés es líder, son los demás los que intentan imitar su estilo y aprender de su forma única de mantener el equilibrio sobre la moto.
Económicamente, ser líder del mundial es muy rentable. Tarrés es el objetivo principal de todas las exhibiciones indoor que se celebran en el mundo, y en su agenda están apuntadas competiciones en Japón, Brasil y Estados Unidos. "Me gustan más las pruebas al aire libre", dice Tarrés, "pero me divierto más en las indoor, porque puedes hacer más espectáculo y tienes al público más cerca".
Pese a ser una variante del motociclismo, Tarrés dice no haber estado nunca tentado por las pruebas de velocidad. "Desde pequeño sólo me ha gustado el trial. Respeto mucho a los corredores de velocidad. Pero yo creo que un piloto de trial puede participar en una prueba de velocidad, pero no al revés".
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