La tragedia de un homosexual desclasado
Hace 10 años, y valga este período de tiempo como referencia meramente aproximativa, el de Rainer Werner Fassbinder era un nombre que entre nosotros empezaba a cundir. Llegaba su eco, claro es, tarde. Su prolífica filmografía iba tejiéndose en nuestras pantallas con nula ortodoxia cronológica, pero, y eso es lo importante, iba tejiéndose. Por convicción propia o por esnobismo (una de las últimas grandes cumbres del esnobismo cinematográfico, comparable a la que 10 años antes produjera gente como Antonioni o Bergman), la cuestión es que su cine creó entre el espectador uno de los más fecundos valores dialécticos del cine moderno. Hasta que su muerte dio también por fallecido el diálogo, y aunque sus obras sigan todavía representándose en los escenarios de aquí y de allá, su voz ya no se hace escuchar como antes.No obstante, no puede decirse que su obra haya perdido vigencia, mucho menos si se considera que, tanto como analizar la sociedad de su momento, a Fassbinder le atrajo, a partir de El matrimonio de María Braun, examinar las causas morales de la historia de su país en este siglo y, sobre todo, las del famoso milagro alemán. La ley del más fuerte, uno de sus más prestigiosos filmes, conservará a buen seguro el mismo interés de una década atrás, cuando un discurso tan serio sobre la homosexualidad nos dejó boquiabiertos. En realidad, La ley del más fuerte es un melodrama, por no decir una tragedia, que narra la triste ascensión de Fox, un homosexual que trabaja en algo parecido a un circo, de ese medio a las grandes esferas y al lujo gracias a la suma de dinero que le ha reportado un boleto de lotería. Pero Fox no tarda en darse cuenta de que ese mundo no es el suyo, que él pertenece al fango más que a la gloria y que donde ahora se halla todo es falso, todo sabe a corrupción y de él sólo su dinero se apreciará. En una doble imposibilidad, la de adaptarse a este nuevo orden material de cosas y la de volver atrás, a su vieja clase tan humana, la desesperación de Fox ha de pasar por los barbitúricos. Película en absoluto complaciente, germánicamente fría a ratos y otros sirkianamente caliente, La ley del deseo es susceptible de romper con su dimensión espacial y temporal, Alemania años setenta, e incluso con su tema de base, la homosexualidad, para hacerse una visión universal de la condición humana, de la inexorabilidad del destino.
Completa la programación cinematográfica de TVE para este sábado la muy idónea proyección en el espacio de sobremesa de la infantil La rebelión de los pájaros, realizada en 1982 por Lluís Josep Comerón con el grupo Regaliz de protagonista. Fábula ecológica y comedia musical a un tiempo, la película juega a cara descubierta con la moraleja de su tema y con el fácil sentimentalismo y no abusa de ellos.
La ley del más fuerte se emite a la 1.00 del domingo por TVE1.
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