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Jaber al Ahmed al Sabah

El emir de Kuwait, consigue la protección de la URSS y de EE UU a un tiempo

El jeque Jaber al Ahmed al Sabah es un gran señor árabe y un político finísimo. Su diplomacia ha conseguido que los intereses kuwaitíes en las revueltas aguas del golfo Pérsico tengan protección soviética y norteamericana al mismo tiempo. En las próximas semanas, la mitad de la flota petrolera de Kuwait -11 barcos- navegará bajo pabellón estadounidense y al amparo de los cañones, misiles y aviones de la Mideast Task Force. Hace meses también que tres buques soviéticos transportan el crudo de este frágil y riquísimo emirato.

En nombre de Alá, el bueno y misericordioso, su alteza el jeque Jaber, emir que hace el número 13 de la dinastía Al Sabah, dirige desde 1977 los destinos de Kuwait.El jeque, dice su biografía oficial, fue educado en su juventud en "los diferentes dominios del saber, en particular la religión musulmana y la lengua y literatura árabes". Su experiencia como ministro de Finanzas del emirato le enseñaría, ya adulto, todos los recursos modernos para invertir y hacer productivo el dinero que sale a chorros de los pozos del desierto.

El emir de Kuwait tiene 61 años, pero parece más joven. La piel de su rostro es clara y firme; el mostacho y la bien tallada perilla, negros como si los tintara. El pasado enero, el jeque Jaber admiró por su elegancia a los asistentes a la cumbre islámica que se celebró en Kuwait. Recibió a sus huéspedes, un montón de jefes de Estado y de Gobierno musulmanes, con suaves maneras y discursos líricos. Una kefie o gutra inmaculadamente blanca enmarcaba su rostro, de nariz aguileña y trazos puramente árabes, y caía sobre una capa de tonos oscuros ricamente bordada en oro.

La cumbre islámica de la que fue anfitrión supuso para el jeque Jaber un gran éxito personal. Pese a las amenazas de los gobernantes de Teherán y de los grupos integristas de Beirut, 42 de los 44 países convocados acudieron a Kuwait, a menos de 100 kilómetros de la batalla de Basora. Ahora Kuwait, uno de los pocos países verdaderamente no alineados, está a punto de conseguir simultánea protección soviética y norteamericana para sus buques, frecuentemente atacados por los iraníes. En el Golfo se cuenta que el jeque Jaber es, después del presidente iraquí, Sadam Husein, el segundo enemigo personal del ayatola Jomeini. Cuando el último sha de Persia consiguió del presidente Sadam Husein la expulsión de Irak del clérigo revolucionario, Jomeini intentó refugiarse en Kuwait, donde habita una importante minoría de shiíes. El jeque Jaber le negó asilo, y dicen que en la frontera misma el futuro señor de Irán le deseó lo peor al emir.

Los Al Sabah gobiernan Kuwait desde hace 235 años. No llegaron al poder por la espada, sino merced al consenso de los sabios de su tribu, que valoraron sus buenas condiciones como mercaderes y su piedad religiosa.

Asesinato frustrado

El gobierno de esa familia ha sido tradicionalmente el más democrático de la Península Arábiga, con Parlamento y libertad de prensa. Ambas instituciones están congeladas ahora a causa de los atentados con que los integristas shiíes sacuden el país desde hace cuatro años.

El mismo emir escapó a un intento de asesinato en mayo de 1985. Un kamikaze de Yihad Islámica se lanzó con su coche-bomba contra la comitiva automovilística del jeque Jaber. Murieron muchos guardaespaldas, pero el emir logró salvarse. "Gracias a Dios", dicen los kuwaitíes. Y no es sólo una fórmula habitual, sino una creencia muy sincera.

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