Navratilova logró su octavo título de Wimbledon
Martina Navratilova (EE UU) ganó ayer su octavo título del torneo de Wimbledon al vencer en la final femenina a Steffi Graf (RFA) por 7-5 y 6-3 en una hora y ocho minutos. Navratilova iguala así el récord de victorias que poseía Helen Wilis Moody (EE UU) desde 1930 y bate el de Suzanne Lengien (Francia) al ganar por sexto año consecutivo. Navratilova cerró ayer su mala racha iniciada en noviembre de 1986, cuando ganó su último torneo. Por su victoria, Navratilova cobró 139.000 libras (unos 29 millones de pesetas). Hoy se jugará la final masculina entre Ivan Lendl (Checoslovaquia) y Pat Cash (Australia), que comenzará a las tres de la tarde (TVE-2).
Martina tuvo un día completo en Wimbledon. El 4 de julio de 1987, fiesta nacional en su patria adoptiva, marcó dos récords casi imposibles de mejorar. Ella es la única capaz de poder hacerlo antes de que queden marcados en los libros durante muchos años, quizás tantos como los que ha tenido que esperar Helen Wills Moody, ahora ya octogenaria. Navratilova tuvo ayuda masculina en su octavo triunfo. Por la mañana, se entrenó con Emilio Sánchez Vicario. Antes de entrar en la pista se colocó dentro de su calcetín una pequeña raqueta que le había regalado, como amuleto, Ray Sugar Leonard, el campeón mundial de boxeo de los pesos medios. Navratilova, además, dijo haberse beneficiado de la ayuda de "Zeus o quien esté allí arriba" para ganar cinco puntos cruciales que tocaron la cinta de la red. Demasiada gente estaba contra Steffl Graf.El escenario era el ideal para romper la racha negativa de Navratilova. Martina jamás ha perdido una final de Wimbledon, y su juego alcanza su mayor poder devastador en la hierba. En juego estaba la supremacía mundial, porque si Steffi hubiese ganado, la computadora que rige la clasificación mundial la habría coronado como número uno femenino. Steffi, además, se presentaba como la mejor oponente posible. Jamás en los últimos 27 años había llegado a la final una jugadora imbatida desde principios de año.
El partido comenzó con una rapidez en el juego inusitada para el tenis femenino. Mientras la mayoría de las tenistas juega a ritmo de adagio, Graf y Martina lo hacen molto vivace. Graf tiene un servicio que promete ser más poderoso que el de Martina, y con él se defendió de las acometidas de la estadounidense en la red. Navratilova, mientras tanto, se lo apostaba todo a una carta. Casi todos sus saques, excepto el que decidió el partido, fueron sobre el revés de Graf, buscando el eslabón más débil en la recia cadena de golpes de la alemana.
Graf se hartó de practicar el revés, pero pocas veces le salió un golpe ganador. Todo discurrió con parsimonia numérica hasta el 5-4. Al entrar en zona pantanosa, donde un error provoca el hundimiento del jugador, Martina demostró que sabe cómo hay que jugar esos puntos en la hierba. Se lanzó al ataque con el saque de Graf, y provocó un 0-40 y tres bolas de set. La sangre azul de Graf, que la predispone a ser la reina del tenis, surgió en ese momento para salvar esas tres bolas con golpes suicidas, pero, pese a que superó otras tres bolas de set en el duodécimo juego, acabó perdiendo la manga en 39 minutos.
Segundo 'set'
El segundo set tuvo una historia similar. Martina proseguía su trabajo de erosión sobre el revés de Graf La alemana resistía tozudamente, dispuesta a adelantar por la derecha -estamos en el Reino Unido- a la número uno mundial. Pero, paradójicamente, y debido a la hierba, la campeona atacaba y la aspirante defendía desde el fondo. De nuevo, Graf volvió a fallar en la zona peligrosa, y se dejó arrebatar el servicio en el octavo juego.
Navratilova espantó a los fantasmas de sus siete derrotas consecutivas en los últimos torneos que ha jugado; se acarició el pequeño amuleto de Ray Sugar Leonard y recordó que "Zeus o quien esté allí arriba" la apoyaban. Sacó en el último juego sin cometer dobles faltas ni sufrir ataques de ansiedad como el que le costó el título de Roland Garros. Y, por unos meses, retrasó la ofensiva final de Steffi contra su trono.
La alegría en el palco entre los partidarios de Martina fue espectacular. Judy Nelson, su amiga, se abrazó a su padre durante varios minutos; Renée Richards, la transexual que dirige a Martina, sacó de su bolso una cámara instamátic para hacer fotos de la ceremonia. Neale Fraser, el ex campeón australiano contratado para mejorar su servicio, repartía palmadas baloncestísticas con Randy Crawford, el entrenador californiano fichado para mejorar los movimientos de Martina Decididamente, había demasiada gente contra Steffi Graf.
Final masculina
Pat Cash (Australia) e Ivan Lendl (Checoslovaquia) iniciarán a las tres de la tarde de hoy (TVE-2) la gran batalla de servicios de la que saldrá un nuevo campeón de Wimbledon. Cash jugará su segunda final de un torneo del Grand Slam, tras perder en el último Open de Australia ante Stefan Edberg (Suecia), mientras que Lendl tratará de lograr el único gran torneo que le falta en su palmarés triunfal. Lendl ya jugó la final del año pasado, pero fue derrotado por Boris Becker (RFA) por 6-4, 6-3 y 7-5. En su último enfrentamiento sobre hierba, Cash ganó a Lendl en las semifinales de Australia.
La principal cualidad de ambos finalistas es el servicio, por lo que hoy las cámaras de televisión ofrecerán más planos de la liturgia que ofician ambos jugadores antes de sacar que del juego en sí. En la hierba, el tenista australiano tiene cierta ventaja técnica. Se ha criado sobre esta superficie, y el juego de saque y volea es natural en él, fácil y sencillo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.