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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Terrorismo verbal

LA ESPECIAL villanía del último atentado de ETA ha avivado el debate sobre la forma en que ha de lucharse contra el terrorismo, el papel en esa tarea de los ciudadanos de a pie y el marco legal de esa actuación. En ese contexto, y en un momento en que es tan necesaria una mejora de la eficacia gubernativa como el mantenimiento de la frialdad en las cabezas, la patronal catalana Fomento del Trabajo Nacional ha puesto en circulación un manifiesto que constituye una contribución objetiva a la crispación, al desentendimiento civil y al empeoramiento político. El documento es publicado hoy como publicidad en EL PAÍS y otros diarios; la dirección de este periódico ha decidido permitir su difusión considerando que es del interés público su conocimiento, siquiera sea como advertencia de que determinados sectores de la derecha siguen creyendo en la partida de la porra como solución a los problemas de España.En un lenguaje demagógico y huero, Fomento considera "llegada ya la hora de los hechos", y trivializa la situación constitucional diciendo que, "con democracia y sin ella", todo lo que se está haciendo respecto al terrorismo son lamentaciones. El carácter desestabilizador de su ataque queda explicitado más adelante, cuando recusa "la inoperancia política de las instituciones y partidos" y condena las "transacciones políticas" y las "legislaciones coyunturalistas". Pero, por si fuera poco, estos matones de la inteligencia, que avergüenzan a la moderna clase empresarial catalana y española, sugieren que "al terrorismo sólo se le combate con su misma dialéctica expeditiva" y aluden a que en el pasado "se encontraron los procedimientos adecuados". Barcelona tiene una trágica y truculenta tradición de recurso al pistolerismo en los conflictos sociales y políticos, tradición hoy superada por las instituciones democráticas, la recuperación de la autonomía y el ejercicio de la libertad. Sin embargo, a la vista de este documento, parece que no todo se ha olvidado. ¿De qué manera si no puede entenderse la afirmación de que la exigencia de la utilización de procedimientos democráticos -"una apelación sistemática y esterilizante a los derechos humanos", dice el manifiesto- es un elemento de intimidación para las fuerzas del orden? El pasado de Fomento, su silencio durante la dictadura -ahora dice que posee "la tradición suficiente para contemplar estos acontecimientos desde la perspectiva de la Historia"-, son, por lo demás, suficientes para enmarcar la catadura moral y el tono fascistoide de un manifiesto que favorece las tácticas de desestabilización terroristas.

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