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El Parlamento prolonga el estado de emergencia en Panamá

Antonio Caño

ENVIADO ESPECIAL, La decisión de la Asamblea legislativa de Panamá de prolongar por tiempo indefinido el estado de emergencia no ha impedido que el país recuperase ayer plenamente su imagen de normalidad con la reaparición del diario La Prensa, que, como su colega del mismo nombre en Nicaragua antes de la clausura, es aquí el principal diario de oposición y el de mayor difusión. La Prensa ha permanecido cerrado diez días, en protesta por la imposición de la censura como una de las medidas del estado de emergencia.

El Parlamento aprobó en la noche del sábado, por 41 votos a favor y 10 en contra, una resolución en la que considera que aún se mantienen las circunstancias que obligaron originalmente al estado de urgencia [como, en un extraño uso de la palabra, denomina la Constitución a estas medidas excepcionales] y a suspender los efectos de algunas disposiciones institucionales".

El Gobierno, de acuerdo a las leyes, había pedido el viernes la extensión del estado de emergencia "hasta que se tenga la seguridad de que el orden público no será alterado nuevamente por los conjurados en esta sedición".

La decisión del Parlamento ha sorprendido a una parte del país y ha irritado a la otra. A. ambas, por la misma razón de que no se observan en Panamá los síntomas de perturbación interna y de guerra exterior que la Constitución menciona como causas para la suspensión de las garantías legales.

De las múltiples conjuras de las que aquí se habla se puede probar poco más que conversaciones de café, por otra parte habituales en una clase política reducida y con una tendencia conspirativa tan ancestral como inoperante.

Ilustres nombres

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La Prensa oficial se ha cebado en personajes del mundo de la política y de los negocios conocidos por su hostilidad al hombre fuerte del país, el general Manuel Antonio Noriega, pero contra los que nadie ha presentado pruebas. Así, ilustres nombres de la sociedad panameña acusados por el Parlamento de alta traición han pasado tranquilamente este fin de semana en sus casas de la playa, en un juego que se asemeja a una partida de cartas en la que todos van de farol.La extensión del estado de emergencia aumentará, sin duda, la impopularidad de un régimen que ya lo es, pero no es de esperar una respuesta en la calle. El último interrogante para comprobar si las autoridades controlan del todo la situación se debe despejar hoy con la reapertura de la universidad.

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