Huelgas y represiones
¿Es posible permitir a un anciano y modesto ciudadano de a pie emitir una opinión sincera y que intenta ser ecuánime sobre huelgas y represiones, cuestión que, en estos momentos, está siendo de rigurosa actividad en esta España de nuestros dolores y de nuestras esperanzas?He defendido siempre el derecho de todo trabajador a defender sus legítimos intereses por los únicos medios que están a su alcance: discusiones, conveníos y, en casos extremos, la huelga.
Igualmente me he pronunciado siempre y continuamente contra los medios violentos de represión., pues en mi propia carne y por largos años he conocido los sufrimientos de exilio, campos de concentración, de represión, etcétera. Hablo, pues, con pleno conocimiento de causa. Ahora bien, nos encontramos ahora ante varias situaciones conflictivas, algunas de las cuales trataré lo más brevemente posible: Reínosa., aviación y médicos.
En Reinosa, los trabajadores piden algo a lo que creen tener perfecto derecho y que no debo, ni puedo, discutir, dando por hecho que tienen razón en su demanda. Pero... ¿es justo y razonable que secuestren a algún directivo, que corten vías férreas y carreteras, saliéndose fuera de la ley, coartando la libertad y derechos de millares de personas que nada tienen que ver con sus problemas y causando daños quizá irreparables? Rechazo con toda energía cualquier represión vio lenta, pero tampoco puedo admitir esas otras conductas violentas e irresponsables.
En aviación, un colectivo, en actitud legítima, se declara en huelga paralizando, en momentos de mayor demanda de servicios, los de la compañía más importante de España y, subsidiariamente, los de otras compañías extranjeras. Pero esta paralización, y en esos momentos, repercute muy principalmente en el turismo, en la hostelería, perjudicando a miles y miles de obreros y dañando terriblemente el progreso y la imagen toda de Espafla. En Italia, los trabajadores del transporte tienen la medida rigurosa de autocontrol huelguístico de mantener los servicios en fechas en que pudieran perjudicar al turismo o a la prosperidad de la nación. Aquí se hace lo contrario: se declara la huelga cuando más daño puede hacer.
Siempre entendí que el ejercicio de la medicina equivalía éticamente a un sacerdocio, a una dedicación, por encima de cualquier otra consideración, a aliviar el dolor humano, a combatir la enfermedad, pero al leer resefías del estado actual de los hospitales, de saber que los enfermos esperan días y días para entrar al quirófano, ve enfermos en los pasillos de los hospitales, está variando aquel pensamiento que tenía -y sigo teniendo- del ejercicio de la medicina.
Conozco y trato a médicos, a muchos médicos, que con sus actuaciones abnegadas refuerzan en mí la idea de que quienes así obran en la actualidad obstaculizando gravemente el cuidado a los enfermos, son tan sólo una minoría y que deberían rectificar su actitud en beneficio suyo y de la humanidad doliente, a la que, en cumplimiento del juramento hipocrático, están obligados a servir-
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