Fuera de España

Leo con asombro la carta que firma el subsecretario de Exteriores en EL PAÍS del 22 de mayo pasado.Llevo viviendo fuera de España más de 30 años, y todos esperamos con ilusión el cambio de la dictadura a la democracia, pero si hay algo que nos frustre a los españoles residentes fuera de la patria es la continuidad en el servicio exterior de España.

"Reforma del servicio exterior de España iniciada hace ya algunos años", escribe el señor subsecretario, ¿pero cuál? Si siguen siendo los mismos, con honrosas excepciones, los que siguen mandando en la diplomacia española, el mismo estilo en los consulados, los mismos cancilleres de la época franquista, los mismos cónsules pero con diferentes collares y los mismos chanchullos que el señor Perpiñá conoce tan bien como todos nosotros, que llevamos años padeciendo el mal servicio de consulados y embajadas. ¿No estuvo él de cónsul en Múnich?

No, señor Perpiñá; no se ha hecho la reforma ni se hará. Se pondrán, sí, cataplasmas, se darán buenas palabras, pero al final se quedará todo en agua de borrajas.

El espíritu de cuerpo prevalecerá sobre los intereses del país. No se puede hacer un cesto nuevo con mimbres viejos-