Garaikoetxea se convierte en el centro de los ataques de todos los partidos en Euskadi
Carlos Garaikoetxea y su partido, Eusko Alkartasuna (EA), se han convertido, a medida que transcurría la campaña electoral en Euskadi, en blanco de los ataques de la mayoría de las restantes fuerzas políticas vascas. El crecimiento del nuevo partido implicaría un debilitamiento del Gobierno de coalición entre socialistas y peneuvistas y limitaría las expectativas de crecimiento de Herri Batasuna (HB). Dos pactos tácitos planean sobre la campaña en Euskadi, donde la fragmentación del voto exigirá en muchos casos coaliciones amplias.
Al igual que sucedió en la campaña de las autonómicas del pasado noviembre, Garaikoetxea y sus candidatos provocan por razones de competencia directa la hostilidad abierta del Partido Nacionalista Vasco (PNV), y, por motivos diferentes, de HB. Los peneuvistas insisten en el carácter personalista de EA y acusan a Garalkoetxea de carecer de programa. El PNV desarrolla, sobre todo en Vizcaya, una campaña sin apenas contenido político, orientada a reconquistar el voto fugitivo en noviembre pasado, con el lema "PNV de nuevo".HB también ha querido marcar distancias con el ex lehendakari. HB y EA se disputan en Guipúzcoa un primer puesto que resultaría decisivo para cualquiera de los dos. El dirigente de HB Iñaki Esnaola dice que Garaikoetxea es "más reaccionario que el PNV de siempre". Los dos partidos quizá tengan que entenderse de alguna forma, tanto en el Ayuntamiento de San Sebastián como en la Diputación de Guipúzcoa, donde es probable que consigan representación hasta seis formaciones diferentes.
Por su parte, Garaikoetxea replica que está dispuesto a colaborar con HB trabajando por determinados objetivos, siempre y cuando ésta condene la práctica de la violencia. El ex lehendakari ha declarado que acepta el reto de HB para promover con medio millón de firmas populares una reforma de la Constitución que reconozca el derecho de autodeterminación del País Vasco, pero ha advertido que en la primera reunión quiere conversar también de ETA y del terrorismo.
Tampoco el Partido Socialista de Euskadi (PSE-PSOE) está interesado en que EA crezca el 10 de junio. El enfrentamiento ha llegado a un punto de dureza hasta ahora desconocido en Vitoria, donde el alcalde saliente, José Ángel Cuerda, de EA, obtiene considerables simpatías y votos entre electores de todos los demás partidos.
Como telón de fondo, aparecen todavía las heridas abiertas por el complicado proceso de negociaciones previo a la formación del Gobierno PNV-PSE. Estos dos partidos niegan que exista nada que les obligue a trasladar el pacto de coalición a los ayuntamientos y las diputaciones, cuyo poder económico y recaudatorio en otras manos podría, sin embargo, entrar en conflicto con el Ejecutivo autónomo, pero sus dirigentes reconocen en privado que ésa sería la opción más lógica.
Desde el campo de la oposición, EA y EE están más que predispuestos a llegar a acuerdos entre sí, pero en muchos casos sus concejales y junteros no resultarán suficientes. La fragmentación política colocará previsiblemente a HB en situación decisiva en numerosos ayuntamientos y en alguna diputación.
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