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El arte de la desinformación

Muchos son los canales ocultos de la desinformación, que explota de mil maneras una multitud de agentes de influencia, conscientes o inconscientes, pero siempre situados en lugares estratégicos. El gran público ni siquiera puede sospechar la amplitud de ese compló, concebido no sólo para esconderle la verdad sino también para imbuirle con insidia informaciones que parecen auténticas, ideas falsamente sanas, juicios engañosamente equilibrados.Especialmente eficaces en este avasallamiento del espíritu son los periódicos, tanto más temibles cuanto que tienen todas las apariencias de la buena fe y de la objetividad. La sola apariencia de buena fe es lo peor que puede suceder. Para los agentes de la desinformación, el ideal consiste, en efecto, en descubrir al periodista de buena fe, verdaderamente de buena fe, ya que por definición es un ingenuo. A falta de algo mejor también se puede difundir una información tendenciosa, y para eso se infiltra un periódico respetado del público; si se evita cuidadosamente comprometerle de modo abierto, toda la Prensa le emulará. Se trata de un gran arte, rico en matices. Así, según escribe VIadimir Volkoff, un experto soviético enumera no menos de diez recetas para equivocar al lector a partir de un solo y mismo hecho. Y su interlocutor le responde: "Creo que conozco un periódico francés que hace precisamente lo que usted dice..."

31 de mayo

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