Fragmentación política e insularismo
En el último tramo de la legislatura, el Partido Socialista de Canarias (PSC-PSOE), que ha formado el primer Gobierno de la etapa autonómica, ha entregado una tarjeta en la que se reflejan como principales logros la consolidación de una región con conciencia de autogobierno y un paquete de soluciones a varios retos puntuales que dividían a la sociedad canaria.Sin embargo, la gestión del socialista Jerónimo Saavedra, presidente del Ejecutivo autónomo, ha tenido altibajos. Los dos primeros años de su mandato fueron un calvario en un Parlamento de 60 escaños ocupados por diez fuerzas políticas, en el que el PSC-PSOE sólo tenía 27 diputados. En este período, la figura del presidente fue blanco de severas críticas desde la oposición.
En la trayectoria de Saavedra al frente del Gobierno sobresale su habilidad para salvar la cara con recetas imaginativas. Tras dimitir como consecuencia del voto negativo del Parlamento regional al tratado con la CE, sorprendió a todos con una fórmula política -el pacto de progreso- por la que el PSC-PSOE recuperó el timón del Gobierno escogiendo como compañeros de viaje a comunistas y nacionalistas. Esta alianza permitió sacar adelante las leyes más conflictivas y básicas (aguas, cabildos y plan universitario, entre otras).
La insularidad como factor peculiar de esta comunidad autónoma ha obligado a soluciones originales por parte de los gobernantes y ha sido motivo de desavenencias entre Canarias y Madrid. Asimismo, es la causa del surgimiento de un nuevo frente político, los insularistas, que se proponen ser alternativa de poder. Uno de los éxitos de estos cuatro años ha sido la desdramatización del pleito insular entre Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria.
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