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El partido de Chirac ataca al ultraderechista Le Pen con intención de arrebatarle parte de su electorado

Lluís Bassets

El primer ministro francés, Jaeques Chirac, fue plebiscitado ayer como presidente de la Asamblea para la República (RPR) en la convención nacional del partido neogaullista celebrada durante el fin de semana en París. Casi 100.000 personas aclamaron al primer ministro, después de que obtuviera un 98% de los votos de los delegados. La intervención de Chirac y de otros dirigentes del RPR ante sus militantes estuvieron dirigidas a combatir las tesis del extremista Jean-Marie Le Pen, que se ha presentado como candidato a la presidencia con dos temas por delante: la expulsión de un cuarto de millón de inmigrantes y el internamiento forzoso de los enfermos del Sindorme de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA).

Los experto5 electorales consideran que como mínimo un 8% del electorado de Le Pen (que obtuvo casi el 10% en las últimas elecciones legislativas) pertenece de hecho a la clientela natural del RPR.Esto significa que Jacques Chirac deberá contar con esta fracción extrema del electorado si desea batir al candidato socialista en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales.

La ola derechista sobre la que se está instalando Le Pen, a caballo de miedos ancestrales como las epidemias incontroladas, el peligro extranjero, el terrorismo o la inseguridad ciudadana, ha invadido de lleno el terreno electoral propio del RPR.

Las generaciones de gaullistas más jóvenes han dado la señal de alarma, a través del ministro de Comercio, Michel Noir, que aseguró preferir "perder las elecciones antes que perder el alma", al estimular los sentimientos racistas y xenófobos para obtener votos.

Las manifestaciones de Noir, que han sido acogidas con todo tipo de elogios por la izquierda, han sembrado la inquietud en el RPR y en la mayoría, donde numerosos diputados y cargos municipales y regionales mantienen estrechas relaciones de colaboración y alianza con el Frente Nacional, para mantener el poder local frente a ros socialistas.

La convención nacional de la Asamblea para la República se ha dirigido fundamentalmente a atacar a Le Pen y a ahuyentar la amenaza de una disyuntiva derrotista entre perder el alma aliándose con la extrema derecha o perder las elecciones olvidando los temas electorales preferidos por el electorado más conservador.

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Jaeques Chirac atacó en su intervención de ayer "la intolerancia, el sectarismo y el odio", denunció "una violencia más insidiosa que la violencia de la inseguridad y de la delincuencia, pero no menos insoportable, vehiculada por las ideas, las palabras y los discursos", y alertó contra "la demagogia de ciertos discursos políticos que se dirigen a las pulsiones y no a la razón". Hasta ahí los dardos dirigidos contra Le Pen.

El guardián

El ministro del Interior, Charles Pasqua, auténtico guardián del electorado extremista del RPR a través de sus inflamadas declaraciones, rechazó todas las acusaciones de racismo y de xenofobia. "No tenemos que recibir lecciones de nadie", dijo, a la vez que recordaba la herencia gaullista de su partido. "Si mañana queremos evitar la amalgama entre extranjeros y delincuentes", dijo, "debemos expulsar a los extranjeros que han cometido delitos y llevar a la frontera a quienes se encuentran en situación irregular".

Jacques Toubon, el secretario general del RPR, había de fendido el sábado el proyecto de nuevo código de la nacional¡dad, que prevé la limitación de la naturalización francesa para los extranjeros.

La aprobación de la nueva ley es objeto de divisiones en la mayoría conservadora. Mientras los sectores más derechistas la consideran indispensable para neutralizar el mensaje xenófobo de Le Pen, un núcleo de jóvenes ministros y diputados es claramente hostil a este proyecto, que según su opinión no favorece la integración de los inmigrantes y divide a los franceses.

Pero la convención neogaullista tuvo sus mayores vibraciones ayer, con motivo de la sorna utilizada por Charles Pasqua en sus comentarios sobre el presidente de la República, François Mitterrand.

Pasqua hizo una humorística descripción de la llamada cohabitación, en Medio de la rechifla y de los abucheos de los militantes contra Mitterrand, en los siguientes términos: "El presidente nos mira, nosotros le miramos, yo le miro, él me mira, veo que pensamos exactamente lo mismo en este mismo momento: él preferiría otros. ministros y nosotros otro presidente. Nosotros tenemos el mismo deseo que él: poner fin a esta situación el año próximo. Nosotros haremos todo lo que esté en nuestra mano para tener otro presidente, que es el que Francia necesita".

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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