Una ley norteamericana puso en peligro el viaje a Disneyworld de un disminuido psíquico español
La familia de J. L. Z., disminuido psíquico de 28 años, tuvo que someterse al interrogatorio del cónsul norteamericano en Barcelona antes de que este departamento concediera el visado para que pudiera viajar a Estados Unidos para visitar Disneyworld, en Florida, tal y como le habían prometido sus padres. Trece días tuvo que esperar la familia antes de que, tras contestar numerosas preguntas, se concediera el permiso y J. L. Z pudiera emprender su viaje.De una manera casi inmediata, la agencia de viajes zaragozana recibió los pasaportes con los sellos autorizando el viaje de todos los viajeros de la expedición excepto el del joven subnormal. Después de varias llamadas telefónicas, el consulado de Estados Unidos en Zaragoza explicó a la familia que había problemas porque el joven era enfermo psíquico y había que solicitar permiso a Roma.
En conversaciones posteriores, el personal del departamento consular informó a la familia que el padre o el tutor debían contestar previamente a unas preguntas o llevar al chico de Zaragoza a Barcelona para examinarlo. La ignorancia abrió paso a la indignación por los "vergonzosos" trámites que debe completar un disminuido psíquico antes de trasladarse a Estados Unidos, según explica, su hermana M. J. Z.
La hermana de J. L. Z. no comprende la marginación a la que se somete a las personas como su hermano, a quien define como un chico educado, que se comporta amablemente y no causa ningún problema al margen de los que acarrea tener un coeficiente intelectual de 60 sobre 100, mientras añade con tierno orgullo que el chico es capaz de vestirse sin ayuda. Así lo tuvo que asegurar en una conversación telefónica con la cónsul norteamericana, Ruth A. Davis, que estaba interesada en conocer el grado de agresividad que puede alcanzar el joven y si era capaz de moverse y comer solo.
Las leyes de inmigración norteamericana, según informaron desde el consulado norteamericano en Madrid, son restrictivas con los visitantes que padecen algún tipo de enfermedad mental, aunque los reponsables del departamento aclararon que "después de una consulta con el servicio central de inmigración de Roma o después de entregar un certificado médico o de comportamiento se suele conceder el permiso".
La ley que regula este tipo de casos es, según las fuentes consulares norteamericanas consultadas, la llamada the inmigration and naturalization law, que está en vigor desde 1957. Las enfermedades psíquicas o mentales deben especificarse en la solicitud de visado.
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