Réquiem
Renafilé rezumaba reposmodernismo redesestructurado. Redesayunaba rebanadas entre redichos, que recitaban refritos revueltos con algún que otro editorial de EL PAÍS. En una reaguda reunión Renafilé, muy reconcentrado y regurgitando uno de sus revueltos, se redefinió como un rehipermercado reesquizosémico. Pero el rebueno de Retadiad recortó su retahíla y le reconfortó con una refinada refacción, pues la reticencia de Renafilé representaba lo repeor: un relenguaje reciclado y rebuscado que reinteractúa con los reactores reatómicos.Renafilé reivindicaba la reínfimo-relógica, la reludosofía, la retribalización, la rehigología, la resexatez, la reincoherencia, el renarcisismo, el reyó, el retú, la rehedoné... y relamía recontentísimo otro reactivo de repostería.
Retadiad también realzaba la realquimia recabalística en el retiro, para resuplir así el retriste reolé por el que nos reconocen; pero rechazaba la rehorda repaleolítica como reutillaje reconceptual para reunimos como rebaños redomados, pero retopificados.
-¿iResponsiones-reobiectiones!? -reespetaba con recochineo un tercero, Relotab.
En mi opinión, las rebufonadas rebozadas en las que retozan Renafilé, Retadiad y Relotab resumen la ubérrima filosofía -con perdón y admiración para los filósofos- del carnaval perpetuo.
En otro contexto, Aranguren apunta el 16 de mayo en este diarío que el intelectual y el tecnocientífico deben operar el cambio de un mundo desencantado a otro reencantado. Quiero añadir, para terminar, que vivimos en un momento de inflación conceptual que me desencanta mucho; lo explicaré con una comparación: así como en la época franquista muchos mayores se comían el tarro para comprender aquello de la democracia orgánica, existe hoy una predilección desmesurada por llamar reaccionario a quien afirma que el progreso científico y la democracia, con sus discutibles mecanismos de representación popular, no son, desde luego, la panacea.