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Marilyn Horne

La 'mezzo' americana se impone en los escenarios europeos

Pesaro, la ciudad natal de Rossini, la ha aclamado "la mejor cantante del mundo" tras considerarla como "la famosa extranjera", y todos los países del mundo, ahora España por primera vez, han quedado maravillados por el arte de esta mezzosoprano cuyas agilidades en las cadencias le hicieron exclamar un día al director Olíviero de Fabriitis: "Usted no necesita un director, sino un profeta".

"Yo tuve mi tiempo, ahora te llega el tuyo", le dijo una vez la mítica Lotte Lehinann, que años antes, cuando era su profesora y en un momento de enfado, le había espetado que nunca llegaría a ser grande. Por aquel tiempo, la joven de Bradford soñaba con llegar a ser una mezcla de sus dos admiradas Tebaldi y Stignani, y cuando sentía que un profesor no hacía surgir en ella esa combinación lo cambiaba por otro. Su padre, que poseía una bella voz de tenor, fue el primero de ellos, el que cuidó de su carrera hasta su fallecimiento y el que a los cuatro años la llevó a cantar una canción ante el presidente Roosevelt en una gira electoral de éste.Dar voz a Carmen en la banda sonora de la película de Preminger Carmen Jones fue su primer contrato de relieve. Vino inusitadamente porque ella había acudido a las pruebas de selección como intérprete de Micaela, y cuando tras cantar la hicieron sentarse no muy satisfechos, exclamó que ella también podía cantar la habanera y, casi sin conocer su letra, consiguió el papel. Allí conoció también a un joven que luego se transformaría en uno de los más prestigiados directores orquestales de color y en su marido durante 14 años hasta que, cansado de aparecer frecuentemente como Mr. Horne, le dio a escoger entre sir Mrs. Henry Lewis o Marilyn Horne. Del matrimonio queda una hija, Angela, de quien Marilyn dice que "ella es la cosa más importante de mi vida, pero cantar es mi vida". Posteriormente se unió sentimentalmente al bajo Nicola Zaccaria, quien, según sus palabras, "no sólo me hizo sentir mujer de nuevo, sino más mujer que nunca me había sentido". Esta unión ha hecho más fácil que Europa pueda escuchar con más frecuencia a la cantante americana.

Fue el embarazo de Angela lo que permitió que en 1964 la sustituyera en Nueva York para cantar una Lucrecia Borgia la entonces desconocida Montserrat Caballé y con ello saltar a la fama de la noche al día. A la propia Horne le sucedió otro tanto en la misma ciudad cubriendo a la Simionato en una Beatrice di Tenda junto a la super Sutherland que marcaría el inicio de su repertorio como mezzo belcantista. Hasta entonces, sus personajes de soprano habían ido desde la Mimí de BohIlme a la Marie de Wozzek, pasando por Amelia, Tatiana o Minnie. Ya como mezzo ha tenido ocasión de conocer a la Cabailé y compartir éxitos en muchas ocasiones. "Me encanta trabajar con ella no sólo porque es una gran artista, sino porque la puedo hacer reír en escena", afirma relatando una anécdota: "Montserrat pronuncia con frecuencia las uves como bes y cierta vez, cantando Semiramide en San Francisco, se despistó y no recordaba las palabras que seguían. Aquéllas eran y vostri voti omai y yo la soplé y bostri boti omai. En ese momento continuaba la escena con un fuerte abrazo que duró más de la cuenta porque ambas no podíamos contener la risa".

Ahora viene a España por vez primera aunque musicalmente nuestro país le haya interesado tanto como para llevar su música a la propia Scala de Milán, donde incluso ha llegado a cantar el Vito de Obradors.

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