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LAS ELECCIONES DEL 10 DE JUNIO

"Ir a Europa para superar la diferencia"

La tormenta que para cualquier partido supone el inicio de una campaña electoral se ha convertido en ciclón para el Partido Demócrata Popular (PDP), y Javier Rupérez se ha situado exactamente en el ojo del huracán de su propia formación política. Doce horas antes de iniciarse la campaña, el presidente del PDP, Óscar Alzaga, anunció que abandonaba la presidencia, y será Rupérez, vicepresidente de la formación democristiana, quien asuma interinamente la dirección del grupo. Si a ello se suman las tensiones de días anteriores ante la negativa de varias entidades financieras para otorgar créditos al PDP y las duras intrigas internas, consustanciales en cualquier situación de crisis en la derecha, puede explicarse que Rupérez, con la campaña ya comenzada, no sepa con exactitud ni siquiera a dónde dirigirá sus pasos para predicar la buena nueva europea.La presidencia interina de la familia democristiana no parece disgustarle demasiado y alguien a su lado apostilla que se ha convertido en "un candidato ascendido".

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Confiesa que tenía proyectada una campaña eÍn autobús por buena parte de España, pero a estas alturas, en medio del ciclón económico y político, admite que "lo más probable es que salga algo, pero que me centre fundamentalmente en Castilla-La Mancha". Ayer mismo por la mañana los servicios de prensa del PDP preparaban un itinerario para el candidato, con saltos en avión a Baleares, Canarias, Andalucía y otros puntos de España, pero confesaban que "esta misma mañana habrá que hacer cuentas y ver si nos llega el dinero".

Rupérez, de 46 años, viudo, diplomático de carrera, embajador de España ante las Comunidades Europeas entre 1980 y 1982 y luego ante la OTAN (1982-1983), es un candidato doblemente singular, porque pretende acceder a Estrasburgo y a la capitalidad manchega porque simultanea su condición de candidato a la autonomía de Castilla-La Mancha.

Cuando se le apunta la posibilidad de no salir elegido y las consecuencias que ello tendría para su propio partido y para su liderazgo al frente de la formación democristiana, asegura que "hay posibilidades de conseguir el escaño porque hay un tanto por ciento muy elevado de indecisos".

Dice también que sus socios europeos le han expresado sin titubeos la solidaridad política y reconoce que el no salir elegido "no sería una noticia agradable" para los democristianos europeos, pero insiste en que cualquiera que sea el resultado "esto sigue adelante".

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Una campaña didáctica

Javier Rupérez quiere explicar tres cosas fundamentales en su campaña: "En primer lugar, qué es el Parlamento Europeo y para qué sirven sus instituciones, porque el desconocimiento de los ciudadanos es enorme". Su segundo mensaje consistirá en razonar "sobre el sentido de la inserción de España en Europa, que para mí es la superación de la diferencia. Hay que enterrar definitivamente el eslogan del franquismo de que España es diferente, porque en el fondo sólo quería decir que como aquí hay más sol tenemos menos democracia". Rupérez matiza que esto no significa que seamos "iguales que los daneses, por ejemplo, pero que en términos de comportamiento social y político no tiene por qué haber diferencias sustanciales".

Por fin, apuntará a su propio partido para explicar a los ciudadanos que "en la no diferencia ofrecemos, además, un esquema de adhesión a fuerzas políticas reconocidas y solventes", y añade que "no hay razón para que una familia que representa tanto en Europa no tenga una correspondencia en España".

Rupérez no tiene inconveniente en admitir que en las últimas horas ha estado a punto de abandonar. "Había un razonamiento fácil: puesto que asumo la presidencia interina del partido, dejo la candidatura; pero me he impuesto el contrario, puesto que asumo la presidencia, me presento porque hay que transmitir ánimos".

No habrá carteles electorales con su efigie prematura y abundantemente encanecida, porque "desde el punto de vista publicitario estamos fuera de mercado", aunque, pese a todo, afirma que me siento con ganas y con fuerzas porque no hago política como estrategia, sino como transmisión de convicciones".

Cuando se le apunta que su momento político es casi una situación límite y se le sugiere una comparación con el secuestro que sufrió a manos de ETApm, permanece un momento pensativo y apostilla: "Sí, yo he sufrido dos secuestros: el de ETA y el del 23-F. Algunas cicatrices tengo por ahí, pocas... pero la verdad es que no me han afectado en cuanto a mis planteamientos".

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