Leopoldo González Espejo

Cuando acabó el bachiller quiso estudiar en la Escuela de Cocina de Lausana, pero la familia le empujó a la facultad de Económicas. Ahora, cuando Leopoldo González Espejo preside constructoras, empresas de servicios y consultoras, ha retomado su afición y ha escrito un libro sobre los restaurantes españoles, que él mismo ha producido. El quinto botón de su camisa, próximo a estallar, descubre la intensa labor gástrica que ha desarrollado durante los dos últimos años, en los que ha visitado más de un centenar de comedores españoles, cuya vida, milagros y platos relata en 300 páginas.

Leopoldo González Espejo, presidente de la empresa de estudios de opinión Emopública, alterna la firma de un importante acuerdo con una multinacional con los ejemplares del libro El arte de la buena mesa. En su faceta de alto ejecutivo, Leopoldo González Espejo es un innovador: "Vamos a poner en marcha en Emopública un sistema -el CATI-, que nos permitirá tener en 24 horas los estudios de opinión sobre cualquier acontecimiento mediante la utilización combinada de ordenadores y líneas telefónicas". En cocina es un amante de la tradición: "Se ha sofisticado en exceso nuestra cocina. Los franceses están volviendo a sus orígenes".Su libro ha sido hecho a golpe de fines de semana, en los que ha recorrido la geografia española en su coche y en compañía de un fotógrafo, Miguel Santos, que también tiene un currículo curioso: es ingeniero, trabajó en Informática y lo dejó todo por la fotografia. La selección de restaurantes la hizo González Espejo tras una primera muestra de 100 locales extraída de las guías más conocidas. A cada establecimiento acudía sin identificarse y pedía ocho o nueve platos ante la mirada atónita de los maitres. Finalmente, quedaron 36, que son objeto de un estudio literario y gráfico, cuyos restauradores explican cuatro platos cada uno: entrantes, un pescado, una carne y un postre.

"El disgusto mayor me lo llevé en Salamanca, a la salida de Chez Víctor", señala. Cuando se dirigió con sus hijas al vehículo, se dio cuenta que se lo habían abierto y además del equipaje había desaparecido su cartera de mano con los apuntes para el libro. "Pensé que el libro se había frustrado definitivaniente", recordó. Sin embargo, tuvo la feliz idea de acudir a Juan José Rosón, que presidía entonces una compañía de la que él era director general. A las 24 horas dieron con el ladrón gracias a que había robado una cazadora de piel de un coche próximo, que su propietario reconoció por la calle; entonces le preguntaron por las maletas de González Espejo, y acabó por confesar.

El libro ha sido editado por El Manglar, tras producírselo el autor, y Flaminarion está interesada en adquirir sus derechos para Francia. El Instituto de Promoción Turística (Inprotur) va a financiar la traducción de El arte de la buena mesa al inglés para promocionarlo en las oficinas de turismo extranjero, al tiempo que le ha pedido que escriba un libro de iguales características pero centrado en la hostelería.Con toda esta movida, González Espejo está que no cabe en su piel, a pesar de que el médico le ha recomendado que tome agua como aperitivo y que rebaje unos cuantos kilos después de su aventura gastronómica.