_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Honor y miseria de las listas

EL SISTEMA electoral español hace que todas las elecciones se celebren por así decirlo, a doble vuelta. El sisteína de listas cerradas y bloqueadas, que obliga a los electores a pronunciarse en bloque por una determinada candidatura, sin posibilidad de tachar o añadir nombres, convierte al proceso de elaboración de las listas en una especie de primera vuelta electoral sobre la que los ciudadanos no pueden influir en absoluto. Los estatutos de casi todos los partidos establecen un mecanismo, en teoría democrático, según el cual el proceso de elaboración de las listas se inicia en las agrupaciones locales, cuyas sugerencias son ratificadas, y eventualmente modificadas, por los sucesivos órganos de la pirámide partidaria.Para muchos afiliados de base, su presencia en las listas, y el lugar que en ellas les sea asignado, se convierte en la principal forma de reconocimiento a su trabajo militante a que pueden aspirar. De ahí la pasión con que la cuestión suele ser discutida en las agrupaciones, especialmente con ocasión de elecciones municipales. Incluso si la posibilidad de resultar elegido está excluida en la práctica, el que un determinado candidato sea colocado en uno u otro lugar puede producir dramáticos conflictos, en el curso de los cuales saldrán a relucir los méritos comparativos de uno u otro aspirante.

Sin embargo, no sólo es el honor lo que se ventila. En los grandes partidos, especialmente cuando llevan algún tiempo en el poder, la proporción de milítantes que ostentan cargos públicos o de responsabilidad partidista, tiende a crecer desmesuradamente. Según un estudio realizado el año pasado por encargo del propio partido, el 15,9% de los afiliados al PSOE ocupaba en ese momento, o había ocupado anteriormente, cargos de responsabilidad pública. En la misma fecha, por otra parte, un 38,9% de los afiliados ocupaba o había ocupado cargos de responsabilidad interna en el partido. Si a ello se añade el alto grado de implicación familiar (,el 63,9% de las mujeres afiliadas al partido eran esposas de hombres también afiliados), resulta un panorama bastante revelador respecto a la composicion interna de la afiliación socialista.

Para un número creciente de personas, el figurar o no en las listas, y el hacerlo en una u otra posición, se convierte en un asunto que afecta, o puede afectar, directamente a su modo de vida. De ahí ese dramatismo añadido que reviste el proceso de elaboración de las candidaturas. Pero de ahí también el peligro de distorsión de la voluntad popular que deriva de la exisencia de esa especie de primera vuelta inapelable que pone en manos de un grupo reducidísimo de personas un enorme poder. La boutade atribuida a Alfonso Guerra "el que se mueva no sale en la foto" funda su eficacia en que, en efecto, las listas electorales han de ser confirmadas por el fotógrafo.

Pero la experiencia está demostrando que son muchos los que aspiran a ese oficio. El conflicto surgido estos días en el Partido Socialista de Euskadi con motivo de la candidatura para el Ayuntamiento de Basauri ilustra los resultados desastrosos derivados de la vocación de cada órgano de dirección de enmendar la plana al situado inmediatamente por debajo. Sin pretender pronunciarnos sobre el fondo de la cuestión concreta allí suscitada, y al margen de los intereses más o menos ocultos puestos en juego en la pugna, sí parece como mínimo imprudente adoptar cualquier decisión que no tenga en cuenta la opinión expresada por los propios afiliados de la localidad. Pero pretender zanjar rivalidades políticas -o personales- entre sectores enfrentados de un partido por la vía de los hechos consumados, aprovechando - la relación de fuerzas favorable en una determinada población, al margen de las normas estatutarias, resulta igualmente condenable. Y en ambos casos se actúa en nombre de consideraciones que nada tienen que ver con los deseos e intereses de los votantes potenciales de una determinada lista.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_