Al hilo de Laín
En relación con el acertado artículo de Laín Entralgo titulado Ciencias y humanismo, publicado en ese diario el día 13 último, me gustaría poder atraer la atención sobre uno de sus párrafos, concretamente el que hace referencia a una noticia de Plutarco, para añadir, al mismo tiempo, algunas consideraciones sobre el mismo que, si bien no tienen nada que ver con lo analizado por, el autor, sí creo qu¿ pueden servir para dar una idea más exacta de su gran interés, que, en otro caso, quedaría subordinado al contenido del texto.De él hay que decir, en primer lugar, que debe estar dotado de una fuerte carga sugestiva, a juzgar por la gran impresión que produjo en persona tan poco apasionada como lo era don Pío Baroja, que lo reproduce una y otra vez en sus obras, convertido en un tema recurrente al que el escritor acude insistentemente, movido por una extraña inquietud. En tres de estas ocasiones dice así: "Este autor [Plutarco] cuenta que un piloto llamado Thamrer, cuando navegaba por el Mediterráneo, al pasar cerca de Palodes, en Grecia, oyó una voz potente que decía: 'El Gran Pan ha muerto', y añade luego: de Cronos nace Zeus o Pan (El Todo), el ordenador del mundo", "Cuando en el reino de Tileno, según cuenta Plutarco, se oyó una voz misteriosa que, en el silencio de la noche, gritaba: 'El Gran Pan ha muerto', se cuenta que el mundo se estremeció de espanto", "Cuenta Plutarco el relato del marinero Thamas, que, navegando por el Mediterráneo en el tiempo de Tilesio, al pasar de noche a la altura de un puerto de Grecia oyó una voz lastimera que decía: '¡El Gran Pan ha muerto!'. La voz se acompañó de lamentos y gemidos como si la naturaleza entera estuviera de luto".
Esta conseja podría significar el final de los cultos pánicos y el crepúsculo de los dioses que los escandinavos llamaban Ragnarokr. El ocaso de los dioses estaba dentro de la filosofía de Zenón y de los estoicos.
Como muy bien dice Laín, esto ocurría cuando en Roma reinaba Tiberio. Dato del mayor interés, ya que éste emperador fue contemporáneo de Jesucristo, que murió crucificado un año antes de su fallecimiento.
Por otro lado, se sabe, por los incesantes estudiós científicos a que se está sometiendo el sudario de Turín, que el hombre enterrado dentro del mismo tenía dos monedas cerrando sus párpados y que dos de las figuras que aparecen en sus caras representaban los instrumentos de que se servían los augures y astrólogos, a los que era sumamente aficionado este emperador, un báculo o lituus y el ritón o símpulo de las libaciones. Todo ello según se observa en las monedas acuñadas por Pilatos en, Palestina, el año 29 de nuestra era.
De esta manera, para los cristianos, el misterio encerrado en esta estremecedora exclamación, contemporánea de los pasos de Jesús en la Tierra, estaría directamente relacionada con ello y tendría una dimensión mucho más trascendental y decisiva, para la cultura occidental, que la que se le ha atribuido hasta ahora.-
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