_
_
_
_

Comienza el asalto a la Casa Blanca

Gary Hart anunciará hoy su intención de conquistar la presidencia de EE UU en 1988

Francisco G. Basterra

Faltan todavía 20 meses para las elecciones presidenciales, pero Estados Unidos mira ya hacia la era después de Ronald Reagan. Los demócratas, tras haber perdido en cuatro de los últimos cinco intentos, creen que esta vez no se les escapará la Casa Blanca. Sienten que el país desea un respiro de reaganismo y está dispuesto a aceptar un cambio.. Su candidato más conocido, Gary Hart, el hombre de las nuevas ideas de 1984, anunciará hoy oficialmente su candidatura. Pero no está solo en su intento, y las elecciones de noviembre de 1988 se perfilan como las más abiertas de este siglo.

Media docena de demócratas y otros tantos republicanos aspiran, por ahora, a la nominación por sus respectivos partidos. Y nadie destaca aún suficientemente ante la opinión pública para afirmar que será el candidato definitivo.El Irangate y la pérdida del Senado por los republicanos han servido para acelerar una tendencia histórica que convierte a los presidentes en interinos al final de su segundo mandato. La venta de armas a Irán y el desvío de fondos a la contra, una historia políticamente inacabada, ha alterado profundamente la carrera presidencial en el bando republicano, y ha afectado sobre todo al vicepresidente, George Bush, que sólo hace seis meses era considerado el heredero natural de Ronald Reagan. Los demócratas, tras la estrepitosa derrota cosechada por Walter Mondale en 1984, buscan una nueva filosofía política centrista, huyendo del viejo evangelio del New Deal y tratando de superar su estigma de partido de los negros, los pobres, el resto de las minorías y los sindicatos.

Rechazo popular

Aunque es impensable una vuelta al viejo intervencionismo del Estado tan querido de los demócratas, los déficit que dejará Reagan no lo permitirían. Se detecta también un rechazo popular a sacralizar la filosofía reaganista de que el Gobierno no es la solución, sino el problema. Si las elecciones se celebraran ahora, George Bush y Gary Hart competirían por la pesada herencia de Ronald Reagan: un déficit Presupuestario de 200.000 millones de dólares (unos 26 billones de pesetas) y un fuerte desequilibrio comercial, que amenazan la salud de la economía. Esto es lo que dicen los sondeos. Pero también sugieren que estos dos políticos, los más conocidos por los electores, es posible que nunca sean presidentes de Estados Unidos y, quizá, ni siquiera los candidatos de sus respectivos partidos tras las convenciones del verano de 1988.Gary Hartpence (se cambié de nombre), ex,senador por Colorado, de 50 años, necesita aún demostrar que tiene algo más que un cierto estilo kennediano, capacidad intelectual y un paquete de ideas modernas. Su personalidad sigue siendo un enigma y su complejo carácter hace que se le considere aún un líder dudoso, inestable y sin madurar del todo. Los norteamericanos, a quien su discurso más bien abstracto deja bastante fríos, todavía se preguntan qué siente este político enigmático y distante y cuál es su visión de América para los años noventa. Mondale, que le arrebató la nominación demócrata en 1984, definió estas dudas preguntando continuamente, a Hart: "¿Dónde está el bisté?".

Hart, que busca respuestas alejadas de la ortodoxia conservadora o liberal -"Roosevelt nunca quiso que el New Deal fuera una catedral a la que los .demócratas acuden a rezar", dice-, se declara un antipolítico en el sentido clásico. Es un pragmático para quien la política es, por encima de todo, resolver los problemas.

En cierto modo Hart desprecia la ideología. Cree que los problemas de modernización económica del país deberá resolverlos el futuro presidente actuando como intermediario entre los ejecutivos, los sindicatos y el capital.

Desde hace cuatro años Hart se ha preparado concienzudamente, ha recorrido el mundo y se ha entrevistado en el Kremlin con el máximo dirigente soviético, Mijail Gorbachov. Es el candidato demócrata con mejores credenciales de política exterior, terreno en el que defiende una política internacional de compromiso ilustrado que sustituya a la contención del comunismo.

Hartos de ideología

Los politólogos coinciden en que en 1988 el país puede estar harto de ideología y listo para un régimen tecnocrático, en el que lo que importe sean no las soluciones de izquierda o derecha, sino la eficacia o la ineficacia en restaurar la competífividad perdida de Estados Unidos.En este terreno del pragmatismo, Hart no está ni mucho menos solo. Otros dos candidatos demócratas, Bruce Babbit, de 48 años, ex gobernador de Arizona, y el congresista Richard Gephardt, de 46, han anunciado sus candidaturas. Ambos introducen en sus campañas la bandera del comercio justo, son conscientes de los límites de lo que puede ha cer el Gobierno federal y, sobre todo Gephardt, hablan de proteccionismo comercial.

Tras la autoexclusión de la carrera del gobernador de Nueva York, el ítalo-norteamericano Mario Cuomo, un genuino repre sentante de la vieja filosofía demócrata intervencionista y de compasión por los más desheredados, otro gobernador de un Estado industrial del Este, Michael Dukakis, de Massachusetts, podría recoger su bandera y sus votos. Dukakis, hijo de emigrantes griegos, utilizará su éxito en dar la vuelta económica mente a su Estado, que ha pasa do de la depresión a ser uno de los más prósperos del país.

Jackson de nuevo

Los demócratas también tienen al candidato más izquierdista, el pastor bautista de raza negra Jesse Jackson, campeón de las minorías, partidario de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), defensor de Fidel Castro y de Daniel Ortega. Su coalición Arco Iris logró el 18% de los votos en las primarias de 1984. Controla, sobre todo, el voto negro, pero pretende ampliar su espacio a los trabajadores industriales y a los agricultores, granjeros, afectados por la crisis.Y si no es el vicepresidente George Bush, de 62 años, ex director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), incapaz de proyectar una imagen política propia diferente a la del presidente, ¿qué republicano sucederá a Reagan como candidato y eventual titular de la Casa Blanca?

Si el Irangate y los fallos de su personalidad confirman que George Bush no es el hombre Robert Dole, de 63 años, líder de la minoría republicana en el Senado, está esperando su oportunidad.

Ya en los sondeos se acerca a Bush. Ha aprovechado muy hábilmente la, crisis de Irán para distanciarse del presidente sin traicionar los principios del reaganismo. Para los republicanos el principal problema es que la herencia de Reagan es demasiado pesada y, al mismo tiempo nadie se atreverá a rechazarla frontalmente.

Sólo el congresista Jack Kerrip, de 51 años, uno de los padres intelectuales de la reaganomics (la filosofía económica de Reagan), se declara el auténtico sucesor de la revolución reaganíana, que pretende seguir y ampliar, sobre todo desplegando la guerra de las galaxias cuanto antes y derrocando de una vez a los sandinistas en Nicaragua. Kemp, un antiguo jugador profesional de fútbol americano, es el auténtico candidato de la derecha republicana más conservadora. Pero su gancho popular es muy escaso y es superado, por su derecha, por el predicador televisivo Pat Robertson, de 57 años, que también aspira a la Casa Blanca empujado por los votos radicales de la mayoría silenciosa.

Un general retirado

Y si todo les falla a los republicanos, siempre les queda acudir a un general retirado de cuatro estrellas, Alexander Haig, ex comandante supremo de la Oraganización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), el regente de los días finales de Nixon en la Casa Blanca y el primer secretario de Estado de Reagan. Haig, de 62 años, famoso por su apresurada declaración en la Casa Blanca -"ahora yo estoy al mando aquí"-minutos después del atentado contra Reagan en 1981, es muy conocido, pero no tiene base electoral en que apoyarse.También los republicanos tienen un candidato archimillonario, Pierre Du Pont, de 52 años, heredero del imperio químico del núsmo nombre y gobernador de Delaware. Y sin olvidar a su candidato imposible, el jefe del gabinete presidencial, Howard Baker, de 61 años, quien muchos creen que podría ser, sin intentarlo formalmente y sin someterse a las primarias, el verdadero aspirante a la presidencia elegido por aclamación en la convención republicana como el salvador del partido y de la presidencia de Ronald Reagan.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_