Es posible
que para una buena parte de la opinión pública española la lucha que desde el pasado día 26 mantenemos los 1.900 trabajadores del sector ferroviario de la Compañía Internacional de Coches Cama sea una perfecta desconocida. Y, sin embargo, todos o casi todos cuantos se han subido a un tren de largo recorrido en los últimos 107 años habrán visto, hablado y sido atendidos por alguno de esos empleados que, para su desgracia, todo el mundo cree agentes de Renfe, excepto esta propia dirección. En estos días de alta conflictividad laboral es fácil pasar inadvertido y más aún cuando quienes se ven obligados a echarse a la calle, porque ya agotaron todos aquellos que pudiéramos llamar "cauces legales", no lo, hacen por cuestiones más o menos discutibles de incremento salarial, sino por algo tan elemental como es la propia supervivencia y el derecho a ser escuchados, informados y atendidos.A nosotros, a estos 1.900 seres humanos cuya supervivencia hoy se cuestiona, nos parece muy bien que el señor García Valverde, presidente de Renfe, haya acudido a París, acompañado de su alto estado mayor, para reunirse con nuestra dirección, y se murmura que para comprar, o al menos intentarlo, el patrimonio ferroviario de la Compañía Internacional de Coches Cama en España. Pero nos parece muy mal que en el trato, en el supuesto de que lo hubiera habido, no haya entrado también el personal que precisamente hizo posible ese patrimonio. Y nos parece aún peor el olímpico desprecio con el que nos obsequia la dirección de Renfe, negándose a recibirnos para algo tan elemental como saber con exactitud si ahora, a nosotros y a nuestros hijos, nos ha de esperar la inanición.-
Madrid.
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