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Cossiga pone en aprietos a la Democracía Cristiana al llevar la crisis al Parlamento

El secretario general del Partido Socialista Italiano y primer ministro dimisionario, Bettino Craxi, declaró ayer en Rímini, donde preside el congreso del PSI, que está "empeñado en dar a la crisis política la solución más razonable". El estado mayor de la Democracia Cristiana (DC) discutió en Roma la forma de salir airoso de la difícil situación en que le ha puesto la decisión del presidente de la República, el democristiano Francesco Cossiga, de reenviar ante el Parlamento al Gobierno encabezado por el líder sociaIista.

ENVIADO ESPECIAL,Ciriaco de Mita, el secretario general democristiano, comentó ayer en la capital italiana: "Estamos tratando de entender el significado que tiene el reenvío a las Cámaras del Gobierno de Craxi, cuáles son las motivaciones y la opinión de los demás. En cuanto a la DC, permanece en pie nuestro razonamiento". Las palabras de Craxi, pronunciadas en una entrevista por televisión, confirman que los socialistas quieren transmitir una imagen de distensión ante la negociación que se avecina. Pero no adelantar, nada sustancialmente nuevo en el apasionante espectáculo en que se ha convertido la crisis.La decisión de Cossiga, anunciada el miércoles por el Quirinal, sede de la presidencia, ha sido bien recibida por el PSI, que continúa desarrollando en Rímini, junto al Adriático, su 44º congreso nacional.

Al elegir una vía institucional -el Parlamento- para reconducir la cuestión, Cossiga, paradójicamente, ha planteado a sus propios compañeros de la DC una serie de cuestiones embarazosas, surgidas de la intrincada lógica de esta crisis.

Los democristianos -que integran el Gobierno del pentapartido junto con los socialistas, los republicanos, los socialdemócratas y los liberales- tienen la mayoría de los ministros en el Gabinete presidido por Craxi, que deberá someterse la semana próxima a la votación del Parlamento. Desacuerdos sobre los pactos de julio entre el PSI y la DC respecto al relevo de Craxi al frente del Gobierno por un dirigente democristiano hasta el término de la legislatura, en 1988, desencadenaron la dimisión presentada por el primer ministro el 3 de marzo.

Recurso al Parlamento

Cossiga la aceptó "con reservas" y pidió a Craxi que se mantuviera en Funciones hasta la resolución de la crisis. Fracasados los intentos en los últimos 30 días, y ante la enorme confusión creada por los mensajes contradictorios, las medias palabras y la política de gabinete desarrollada por las fuerzas en pugna, Cossiga ha parlamentarizado el conflicto. Formula, además, una petición explícita a los partidos políticos: que definan su postura y eventuales propuestas en las Cámaras para que, posteriormente, el jefe del Estado adopte una decisión. Es decir, pide luz y taquígrafos allí donde hasta ahora ha habido sólo el destello de las cámaras ' de televisión y el registro de las declaraciones a la Prensa, pero no debate. Llegados a este punto de la crisis -que se está convirtiendo en "una telenovela por entregas", según el director del diario La Repubblica-, los observadores señalan las diversas hipótesis sobre el futuro inmediato.

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Si antes de comenzar la discusión parlarnentaria, la Democracia Cristiana retira a sus ministros del Gobierno de Craxi, se consumaría la rápida disolución de las Cámaras y habría elecciones anticipadas.

Si tras el debate se presenta una moción de confianza y los democristianos y republicanos votan contra el Gobierno, y dadas las diferencias que los separan de los socialistas sobre los referendos sobre la eneroia nuelear y la justicia, también habría que disolver las Cámaras.

SI, en cambio, Craxi obtiene un voto de confianza de la actual mayoría, los referendos podrían realizarse. Pero el voto favorable podría provenir de una nueva mayoría referendaria, a favor de la celebración de las consultas populares anunciadas, e integrada por socialistas, comunistas, socialdemócratas Y radicales, entre otros; en ese caso, es probable que Craxi dimitiera, al no estar respaldado por la actual mayoría.

Por último, el líder socialista podría presentar esa dimisión antes de la votación de confianza si del debate no surge un acuerdo en el pentapartido. En tal caso, tras la disolución de las Cámaras, Craxi quedaría en ventajosas condiciones para encabezar el Gobierno que gestionara las elecciones.

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