_
_
_
_
_

Un polícia, acusado de pegar a un travestido en un hospital

José Manuel González Cañizares, bailarín y transformista con el nombre artístico de Cristina, que convalece en el hospital Provincial de fracturas en las dos piernas por un accidente, fue apaleado por un policía nacional con síntomas de embriaguez el domingo a las diez de la noche, según varios testigos. El policía vigilaba a los presos enfermos de SIDA internados en el hospital. Según la versión policial, el agente fue insultado y empujado.

José Manuel, que comparte la habitación con otros dos enfermos, relata que el domingo fumaba un cigarrillo cerca de la cafetería y bromeaba con otros internos cuando vio salir de la cafetería a un policía nacional. "Vi que estaba tomado, y se acercó y me dijo que me pusiera en pie. Le dije que me era imposible, porque tenía escayoladas las dos piernas, y entonces me agarró por el pelo y por un brazo y me obligó a incorporarme y me aporreó en las piernas y en el pecho. Se me rompió una de las escayolas".José Manuel, un rostro hermoso y barbilampiño, tinerfeño, de 21 años, se muestra cabizbajo y asustado y enseña la huella de un porrazo en el pecho. Está siendo tratado con calmantes por los fuertes dolores en una de las piernas, y espera que le hagan una radiograria "a ver qué pasa".

Otras dos chicas, también enfermas en el centro, corroboran lo que cuenta José Manuel. "Le estábamos tomando el pelo a otra, Laura, que tiene un collarín y llevaba el suero puesto. José Manuel le preguntó si era un collar antipulgas, y todos soltamos la carcajada. En ese momento se vino hacia nosotros, llamándonos 'hijos de la gran puta' y empezó todo".

"Me estaba dando con la porra", continúa José Manuel su relato, "y yo veía, aterrorizado, que pasaban por allí otras personas y no intervenían, hasta que una auxiliar de mi planta avisó a la supervisora y ésta consiguió pararlo, mientras la auxiliar me metió a mi corriendo en el ascensor".

La enfermera auxiliar confirma el apaleamiento, y los insultos del agente, así como su estado evidente de embriaguez. El policía nacional acababa de entrar en su guardia de vigilancia a los presos enfermos, y pertenecía al turno C de la Unidad Polivalente de Moratalaz de la Policía Nacional.

La enfermera encargada de planta en el momento de los hechos, Carmen R. P., declaró que al ser informada de lo que había pasado se dirigió al retén y señaló enérgicamente que el policía en cuestión era responsable de lo que le pudiera ocurrir al enfermo, y pidió hablar con un superior del agente, ya que con éste "era inútil hablar".

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

"Vino un sargento, que no me quiso decir su nombre, ni el del agresor, y trataba de calmarme diciendo que el número había tomado 'una copilla'. Le dije que algo más que una copilla, pero no quiso hacerle la prueba de alcoholemia". El cabo prometió, según la enfermera, que daría parte del incidente.

Carmen R. P. señaló también que cuando reprochó al número que si se consideraba ofendido por los enfermos debiera haber presentado una reclamación "civilizada", éste, señalando la pistola y la porra que cuelgan del cinturón, le dijo: "Esto y esto, la ley me permite utilizarlo". Carmen se negó a facilitar información adicional sobre el enfermo, para lo que fue requerida por los agentes.

Versión policial

Según la Jefatura Superior de Policía, el agente, al pasar por un grupo de tres personas oyó que le insultaban gravemente. Hizo caso omiso, pero los insultos se repitieron, en vista de lo cual recriminó al grupo su comportamiento. Uno de los miembros del grupo empujó entonces al agente, que tuvo que reducirlos por la fuerza. El agente se personó en la comisaría del barrio de La Estrella, donde se han abierto diligencias sobre el hecho, siempre según la versión policial.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_